Volver a volver

  • 20 noviembre, 2025
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Volver a volver

Noviembre ha llegado con un cambio radical que, si bien no esperaba tan pronto, tampoco me ha sorprendido.

He comenzado a volar libre e independiente, creyendo en mí y en mi proyecto. Pero estos cambios a nivel laboral y personal se han gestado tras un proceso interno de crecimiento.

Proceso nada fácil en el cual me he tenido que enfrentar a mis miedos y sombras, a mis heridas.

Porque yo también las sufro y las siento. Y también me esfuerzo en sanarlas, por ello este tiempo para cicatrizar.

Han sido meses intensos, convulsos, de emociones extremas de esas que no te ayudan a sentir nada claro y objetivo; de las que simplemente te arrastran y te impulsan. Un huracán que te coje y te deja en otro sitio completamente distinto.

Me he tenido que habituar al nuevo entorno, y es que, aunque es el mismo lugar geográfico, quien no es la misma soy yo.

Hay veces que necesitamos retirarnos para escuchar, atender, respirar, observar, sentir, reflexionar… Mirarnos al espejo y ver quién se refleja. El físico puede ser el mismo (si no añadimos un cambio de look radical), pero si miramos justo en la boca del estómago (que es donde siempre les hago mirar a mis pacientes), podemos ver nuestra esencia. Y eso es lo que cambia, eso es lo que me ha cambiado.

Cuando en consulta me preguntan “¿cuándo termina la terapia?”, yo siempre contesto que es algo infinito, porque el crecimiento personal no tiene límite.

Una vez que te decides a abrir la puerta que lleva a tu mundo interior, eso se convierte en un viaje sin retorno y sin final.

Es una autopista de peaje ya que, aunque a veces vayas a gran velocidad, cada cierto tiempo, tienes que reducir la marcha, parar y pagar; lo cual es desagradable, como lo es enfrentarte y gestionar las vivencias más dolorosas de tu vida. Y eso es lo que nos permite ir ligeros de equipaje y estar predispuestos a experimentar.

La vida está en constante movimiento y, por consiguiente, nosotros con ella.

Siguiendo el símil de la autopista, yo voy conduciendo por ella en mi cohete rojo.

En este volver a volver, voy con el depósito lleno. Pero he necesitado un tiempo entre áreas de servicio y talleres.

Apretar tornillos a base de recordar vivencias pasadas y darles un “para qué” objetivo y racional.

Llegar al ralentí a la siguiente área de servicio para repostar, cargar la energía, neutralizar los reflejos, descansar un poco y continuar.

Retomar la marcha y encontrarte condiciones climatológicas adversas, porque cuando no granizaba, llovía a mares y cuando no, un precioso sol de cara me impedía ver el horizonte. Metáforas que representan los vaivenes y baches del camino, las “arrancadas de caballo y paradas de burro”.

Sin olvidarnos de los pasajeros del cohete. Porque yo conducía, pero no iba sola. A veces la compañía era amena, de las que te animan a seguir pilotando aunque te encuentres cansada. Otras veces, el ruido de mi mente tenía un volumen tan alto, que ni la mejor canción que sonase por los altavoces a tope, conseguía atenuarla. Subió y bajó gente a lo largo del trayecto. La magia de la vida, que nos pone y nos quita sin aviso y con mucho sentido.

Entonces llegas a un punto de no retorno. No tiene sentido deshacer el camino andado, pero el horizonte no se percibe demasiado alentador. Y ahí estacionas y descansas. Reposas y sientes. Digieres y procesas. Engrasas el engranaje del motor y haces la puesta a punto.

Amanece. Sale el sol por el horizonte pero ya no deslumbra sino que ilumina. No hace falta playlist porque la melodía suena sola por los altavoces y no tiene que callar ninguna voz ya que en el cubículo del cohete, reina el silencio y la calma.

Al fin habita la resiliencia.

Sigamos haciendo kilómetros. Siendo conscientes y parando cuando sea necesario.

Este nuevo comienzo me viene tras un proceso introspectivo necesario para afrontarlo y gestionarlo con ganas e ilusión.

Me ha enriquecido tanto que aún me hace admirar más y creer en la capacidad que tenemos como seres humanos para aprender y evolucionar.

Si te sientes reflejado, no dudes en iniciar este viaje tan increíble y apasionante para contigo mism@. Estaría encantada de poder compartirlo si me dejas.

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