Paco Martínez Leal, uno de los rostros de la Conversión

  • 26 agosto, 2025
  • Comentarios
Paco Martínez Leal, uno de los rostros de la Conversión

Francisco Martínez Leal, uno de los rostros de la Conversión de Moro al Cristianismo de Villena desaparece de esta representación para dar paso a otros. Y lo hace después de 34 años al frente de uno de los actos festeros, que en los últimos años, ha tomado un mayor impulso. El pasado año, en septiembre, tomó la decisión, después de unos meses intensos y tras un problema de salud que le llevó a parar y a ordenar prioridades.

“Todo lo que empieza tiene que acabar. La decisión había que tomarla un día y este año era el adecuado”, explica.
Martínez Leal comenzó en 1990 con la embajada del día 8. Al año siguiente asumió la Conversión del Santuario de la Virgen de las Virtudes, un acto que le “enganchó” por su proximidad con la gente que regresaba de la romería. “El público venía cansado, con emociones a flor de piel; estaba más entregado”, recuerda. Poco después a la representación del día 9 se sumó la del 8 de septiembre en la iglesia de Santiago.

Martínez Leal recuerda como ha evolucionado esta actos de gran singularidad en los Moros y Cristianos. De los primeros tiempos con “un micrófono sobre una peana de mármol, pocas luces y poco público”, se pasó a sonorización, iluminación y un trabajo intenso por parte de los principales actores. Al inicio, se puso música hilvando piezas de cines 1492, La misión, piezas de Vangelis o Morricone, entre otras.
Siempre quedó, sin embargo, la espina de contar con música original. “Se propuso a Gaspar y lo tomó con ganas”, relata. En 2010 llegó el gran cambio: una partitura propia que exigió ensayos encadenados para integrar la composición a los aspectos más interpretativos. “Inlcuso llegamos a ensayar el mismo día 7 por la tarde”. El balance, dice, mereció la pena: “La música le ha dado un auge muy importante a la Conversión”.

Oficio y equipo: el trabajo invisible de las fiestas.

El embajador moro, que ahora se despide, reivindica el “trabajo de base” que hace posible el calendario festero: directivas, Junta Central, bandas, Policía, limpieza. “A veces creemos que las fiestas vienen rodadas y si no hay gente detrás, no salen igual. Yo me considero un trabajador de la fiesta”, resume.
Al mismo tiempo agradece su esfuerzo a quienes ayudaron a pulir textos, pausas y mirada escénica —José Fernando Domene como director; después, otros nombres que aportaron empuje como Ernesto Pardo o José Tomas para consolidar un grupo “cada vez más consciente de cómo estar en el escenario”.
Pese a la despedida, seguirá “quitándose el gusanillo” con los infantiles. Ha asumido temporalmente los ensayos del grupo.
“He sido de las personas más bautizadas del planeta”, bromea. Aunque también fue uno de los artifices de la embajada nocturna.
No hay dramatismo, sí un punto de nostalgia: “Han sido muchos ensayos, muchos compañeros. Será normal tener ese poquito de nostalgia, pero la decisión está tomada”.

Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *