Ginés Valdés:“ El Premio El Tito se recibe una vez en la vida y quiero saborearlo”
- 21 agosto, 2025
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El socio de la comparsa de Andaluces, Ginés Valdés acaba de recibir el Premio El Títo —el galardón que concede la Comparsa Moros Viejos. Un premio que Valdés no pensaba recoger aunque le produjo una gran ilusión. Lo recibó en una noche cargada de emotividad para él y en la que cumplió 75 años.
P.¿Qué pasó por tu cabeza cuando recogiste el premio El Tito?
R. Fue una emoción enorme. Yo estaba convencido de que no me podían proponer otra vez. Sabía que el año pasado, la comparsa me propuso como candidato. De hecho, pensaba irme a Elda a ver la Entrada, sin embargo me insistieron para que fuera a la presentación.
Cuando escuché las primeras palabras de la lectura dije “esto es para mí”. Cuando oí mi nombre, me abracé a María Ángeles (la presidenta de la comparsa de Andaluces) y se me hizo un nudo en la garganta. Jamás imaginé recoger ese premio.
P. Llevas desde 1965 saliendo en fiestas —primero como moro viejo y desde 1968 como contrabandista—¿Qué te atrapó de la fiesta con solo quince años?
R. Tenía el «gusanillo» desde crío. Mis padres no eran festeros activos, pero un tío mío me llevaba a las comidas de las comparsas y aquello me fascinó. Cuando unos amigos me propusieron salir, no lo dudé. Desde entonces no he parado.
P. En 75 años de vida acumula casi 60 de festero y bastantes de directivo. ¿Cuáles han sido sus cargos más recordados?
R. Fui presidente en el 75.º aniversario de la Comparsa, he pasado infinidad de años en la directiva y, aunque alguna vez he salido, siempre me han llamado: «Ginés, échame una mano». Además, con Cristóbal Collado y Juan Francés impulsamos el archivo histórico de la Comparsa, y en el Centenario estuve al pie del cañón para todo.
P. También te ocupas de los almuerzos de fiestas…
R. Con una lista de la compra y mucha paciencia (ríe). Somos una peña de ocho o diez que llevamos más de treinta años encargándonos de comprar, preparar y servir.
P. ¿Ha cambiado mucho la fiesta desde aquella primera salida en 1965?
R. Entonces las comparsas eran pequeñas; salíamos 50 ó 60. Se vivía más entre amigos. Ahora hay más gente, otros hábitos y muchísimas actividades. Todo es más grande y exige otra organización, pero también se disfruta más.
P. ¿Y qué mantiene viva la chispa para seguir colaborando con las comparsa?
R. La fiesta es mi entretenimiento. Tengo las llaves del local y, si me apetece, subo y ayudo en lo que haga falta. Cuando uno se jubila necesita seguir activo y la comparsa me lo da todo: trabajo, amigos y ratos buenos.
P. Al recibir el premio mencionaste a tu familia. ¿Qué papel juegan en esta trayectoria?
R. Fundamental. Mi mujer ha sido mi gran apoyo; ha aguantado que diga «vuelvo en un momento» y tarde dos horas. Este premio también es suyo y de mis hijos, que se plantaron allí sin que yo lo supiera. Sin ellos, muchas cosas no habrían sido posibles.
P. Has vivido las fiestas como festero de fila, directivo y responsable logístico. ¿Con qué te quedas?
R. Con el compañerismo. Cuando éramos 22 socios y dos filicas, ya se respiraba ese ambiente. Hoy somos más de mil y sigue intacto. Sin esa piña, nada funcionaría: ni el almuerzo, ni la entrega de premios, ni el archivo histórico.
P. ¿Alguna anécdota que no olvidas?
R. Cuando incorporamos a la mujer a la fiesta pegamos «el escopetazo». Aquello fue un antes y un después: más participación, más ideas y otro ambiente.
P. Después de este reconocimiento, ¿queda algún sueño festero por cumplir?
R. Disfrutarlo. El Premio El Títo se recibe una vez en la vida y quiero saborearlo, salir a la calle y que la gente me pare para felicitarme. Mientras tenga fuerzas, seguiré ayudando donde haga falta.