Un túnel de momentos y recuerdos
- 10 abril, 2025
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«Bares, qué lugares tan gratos para conversar» decían los Gabinete Caligari allá por el año 1986 en uno de sus temas más conocidos. Precisamente fue en esa época cuando un servidor comenzó a alternar, como llamaban las personas de antes a salir de fiesta por las zonas candentes de la ciudad. Una época algo posterior al inicio de la democracia y en el que locales de copas míticos en Villena comenzaban a dar sus primeros pasos.
A principios de la década de los ochenta, siguiendo la trayectoria de otros bares de localidades vecinas, irían abriendo progresivamente El Túnel, Colosseo, Amnesia, Karma, Merlín, La Mosca, Copia o El Vagón Loco entre otros. Espacios de ocio a los que habría que sumar discotecas como Florida, Época o Pachá Plató. Allí buscaron varias generaciones esos «lugares gratos para conversar» o también «el calor del amor en un bar».
Pero conforme llegaron, la mayoría fueron desapareciendo hasta no quedar de ellos más que el recuerdo. Surgirían otros detrás con la resonancia suficiente como para hacerse su hueco, pero quizás no contarían con la prolongada trayectoria de los anteriores o con esos vientos de cambio que trajo la recién instaurada democracia.




En cualquier caso, de la lista mencionada más arriba, solo dos han conseguido resistirse al paso del tiempo, precisamente los dos primeros que figuran en ella. Tanto el uno como el otro han cambiado de gerencia desde que los abrieran sus fundadores iniciales, pero en ambos casos conservan, a pesar de los años transcurridos, una clientela fiel —en algunos casos con su rincón autoasignado— y una esencia que los hace auténticos, genuinos.
Me precio de contarme entre la clientela del primero, de sentirme como en mi casa cuando me adentro en ese túnel de momentos y recuerdos, de disfrutar de la amistad, primero de Luis y Yeyo y ahora de Ana y Jota. Lo que comenzó como una necesidad de dar respuesta a la juventud que emergía tras los tiempos grises de la dictadura, es, desde hace mucho, un lugar de encuentro, de amistad y también de amor en el que los que ya cumplimos unos cuantos y quienes no han hecho más que iniciar sus alternes tienen —tenemos— cabida.
Este legendario bar que ya ha superado las cuatro décadas de existencia, celebró su reapertura hace algo más de un año, pero ha sabido fusionar la filosofía de siempre con nuevas iniciativas y ambos mundos se han conjurado para crear un ambiente vivo del que muchos nos sentimos parte.Así que, sumidos en la sobriedad del personal vibrato de Jaime Urrutia que siempre ha rezumado melancolía, le pediremos una noche más a Jota que no se queje y nos sirva una cerveza más para que, al calor del amor en su bar, sigamos con nuestros momentos gratos para conversar. Seguro que la noche se hace larga y nos llena de emoción.