Soy Moro Nuevo
- 3 septiembre, 2009
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Soy Moro Nuevo desde hace 13 años, y porque mi amigo Luis Sirera, después de varios años intentando apuntarnos (estudiantes universitarios sin un duro), se pasó por mi casa y me arrastró, literalmente, a la Comparsa. Para algunas cosas soy perezoso.
Era el mes de julio de 1996. Uno de los primeros sueldos lo invertí en apuntarme, aunque ya era festero, desde hacía más de 12 años, en otra comparsa (la cuota me la pagaba mi abuelo). Lo de ser Moro Nuevo, venía ya desde mi más tierna infancia, y era un capricho que me pude permitir cuando me lo pude pagar. Así se funcionaba en mi casa.
En la comparsa, encontré a la que hoy es mi mujer, también mora, y al final me he reencontrado con la mayoría de mis amigos de toda la vida, conformando una gran familia, peña en argot festero, que nos hacemos llamar los Moabitas. Mi amigo Vicente Medrano, desfilando un día 5 de septiembre, su primer año de Moro Nuevo, me dijo: “Me he apuntado, porque sentía que os perdía”. Mi hijo Sergio, de 21 meses, también es Moro Nuevo, desde los 7 meses.
Esto de las fiestas, es como ir a un gran premio de Fórmula 1.Vives el ambiente, sueñas que llegue el gran día, compartes ilusiones con gente que tiene tus mismas inquietudes, pero cuando vas a la carrera, sólo oyes un ruido infernal, sin llegar a vislumbrar ni la silueta del piloto. Con las fiestas pasa lo mismo. Disfrutas más el ambiente, los preámbulos, los almuerzos sabatinos, el arreglo de la “moabitera”…..que los desfiles y días de fiestas en sí. Al menos eso me ocurre a mí.
Con la Comparsa de Moros Nuevos, me pasa como con el Club de mis amores, el Real Madrid. Es una comparsa señora, centenaria, con historia y solera, con gente estupenda, pero con un punto de “chulería” y “tontería”, en el mal sentido del término. Que le vamos hacer, parafraseando el final de la célebre película de Billy Wilder, “nadie es perfecto”.
Me gustan las fiestas, aunque no soy festero. Me gusta ser Moro, aunque culturalmente soy Cristiano. Me gusta vestirme de “raso y oro” y sentir los colores de mi comparsa, desfilar a marcha mora, el cinco, y correr a ritmo del National Emblem, el seis. Disfruto bailando, comiendo y bebiendo en la Cábila, con familia y amigos.
En los últimos años, la directiva se lo ha “currado” muy bien, y ha conseguido dinamizar la comparsa, fuera de la semana festera septembrina, con actividades, lúdico-festivas, que han acrecentado el sentimiento de pertenencia y disfrute, de un colectivo humano y urbano, como son los Moros Nuevos, ampliando el “sentirse Moro Nuevo”, del 10 al 3 de septiembre. Muchas gracias, compañeros.Me pongo nervioso el día 5, cuando me visto y voy al encuentro de la Banda Municipal y su “Entrada”, con el cubata reglamentario en la mano. Me pongo triste cuando el día 9, y tras la finalización del caracol en la plaza de Santiago, cantamos el “día cuatro que fuera….” Y lanzamos los fez al cielo. Si, es rutinario, y todos los años es lo mismo.
Pero recuerdo que en 1999, durante los primeros días de septiembre, tenía un congreso en la Universidad de Coimbra (Portugal). Lo planifiqué todo, para que después de tres días intensos, una carrera en taxi de película por las calles de Lisboa y una noche entera viajando en tren…..llegara a las 14’00 horas, del 5 de septiembre, al paseo Chapí, con mi maleta y mis ojeras, aunque feliz. Con el tiempo suficiente para comerme el plato de pelotas que mi madre me había preparado, vestirme de Moro Nuevo, y marcharme al encuentro de mis amigos, para enfilar la Losilla.