Regreso a la Dafnis

  • 18 junio, 2016
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La nostalgia siempre se ha vendido bien, es una cualidad humana a la que no nos podemos resistir. Necesitamos regresar, de cuando en cuando, a tiempos pretéritos en busca de aquellos momentos que una vez vivimos y hoy recordamos, de una forma tan idealista que, en muchas ocasiones, no se corresponde con la realidad. Ya lo decía Jorge Manrique en sus coplas elegíacas hace más de quinientos años: (…) cómo, a nuestro parecer/ cualquier tiempo pasado,/ fue mejor”. 
No, no nos podemos resistir a retornar en busca de quiénes fuimos y de lo que vivimos. Probablemente por eso, las canciones de la Década prodigiosa, siguen sonando y triunfando en cualquier verbena que se precie. Por eso, Villena cuéntame es un lugar de referencia y consulta para muchos villeneros. Por eso también, ha tenido tan espectacular acogida la página web Yo fui a la EGB y todos los derivados (música, libros) que ha traído como consecuencia. O por el mismo motivo, los hombres, en alegre camaradería, se enzarzan a veces en melancólica conversación sobre sus historias de la puta mili.
Los tiempos cambian y, con ellos, lo hacen igualmente los nostálgicos. Si ayer fueron nuestros padres, nos toca ahora el turno a los cuarentones y cincuentones de hoy. La veda se abrió hace tres años cuando, los que entonces cumplían medio siglo de vida, aprovecharon la feliz coincidencia de que su año de nacimiento era también el del descubrimiento del tesoro de Villena, para organizar una serie de actos, cuyo éxito ha hecho que se repitan en las ediciones siguientes. 
Aprovechando la inercia iniciada entonces, para este verano, Ágora habla y La cábila han impulsado la celebración de una fiesta que haga un sentido homenaje a la música de la discoteca Dafnis y, de rebote, a las varias generaciones que pasaron por la mítica sala de fiestas biarense durante la década de los ochenta y parte de los noventa. Por lo que se, comenta, las expectativas son altas y llevan camino de cumplirse. Y es que, como afirmaba al principio, la nostalgia vende, y mucho.
Por mi parte, un compromiso más importante me impedirá asistir a la fiesta y no puedo negar que me habría gustado. Algunos de los recuerdos más felices y fundamentales de mi pasado, duermen plácidamente entre las paredes de lo que hoy no es más que un edificio ruinoso que ha perdido su alma. Por fortuna, el próximo 2 de julio, se obrará el milagro y ese alma resucitará de sus cenizas. Será un gran momento que deberemos a nuestra dosis diaria de nostalgia. 

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