Pasan los Ballesteros
- 3 septiembre, 2009
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Un día cualquiera de agosto mis pasos se dirigen como por inercia a ese rincón del armario que solo se toca de año en año.
Camisas blancas, pantalón de terciopelo negro, casaca, manguitos, cinturón, la capa, el sombrero y por fin, las botas.
Todo en su sitio y todo preparado pues septiembre ya esta a la vuelta de la esquina y hay que evitar las prisas de última hora, aquellas mismas prisas que en mi primer año de ballestero me hicieron entrar en la comparsa y tener que confeccionar un traje en un tiempo de auténtico récord.
En cualquier caso, no importó entonces correr hasta el punto de tener que recoger el sombrero el mismo día 5 a media mañana, pues para este villenero cuyo pulso siempre se había acelerado con el desfilar de moros y cristianos y el sonido de la música festera en los primeros días de cada septiembre, la oportunidad de “ser” fiesta ni se podía ni se quería dejar escapar.
Por ese motivo no me lo pensé ni un segundo cuando en aquel agosto de 2000 recibí la llamada por sorpresa de Tomás y algunos más…
Mucho ha llovido desde entonces, y tras unos cuantos desfiles y un sin fin de recuerdos, he aprendido sobre todo a respetar a esta comparsa a pesar de no haber nacido en ella, a respetar sus ganas de hacerlo bien, a aplaudir su esfuerzo por multiplicarse al ser una de las comparsas pequeñas de nuestras fiestas, a compartir la ilusión de grandes y pequeños ballestericos junto con el resto de villeneros y todos aquellos que deciden acompañarnos y sobre todo a anhelar la llegada de esa explosión de júbilo, ese cosquilleo cuando ya entrada la noche del día 5 empezamos nuestro desfile después de una tarde llena de emociones que pese a lo que pueda parecer, nunca es igual a la de otros años.
Porque cuando llegue esa tarde del día 5 volveré a escuchar los acordes de La Entrada, y me emocionaré como si fueran mis primeras fiestas. Volveré a ver a mis amigos ballesteros y no ballesteros y les miraré desde arriba hasta abajo para comprobar que, otro año más, no les falta detalle en su vestimenta.
Comprobaré como mis hermanas salen alborotadas de casa para no perderse a nuestra banda municipal.
Y prestaré atención a cada marcha mora, a cada pasodoble, a cada escuadra y a cada bloque, intentando retener un tiempo que esos días seguro, pasará muy rápido, y al tiempo, iré descontando comparsas hasta llegar a confirmar que ya han salido los últimos maseros y que llega nuestro turno, el de los Ballesteros, cuyo “desfile despierta admiración” y “van alegres llamando la atención” como dijo en su día el ilustre D. Alfredo Rojas al poner letra a nuestro pasodoble “Pasan los Ballesteros”.
Nos debe importar lo justo si no salimos desde la Losilla y si llegamos hasta más allá del Portón y debemos ocuparnos ante todo de disfrutar lo que tenemos, que no es poco, pues la fiesta es a un tiempo tradición pero también necesaria evolución y un saber adaptarse a los tiempos que corren…O acaso alguno podría prescindir hoy día, por citar un ejemplo, de las socias femeninas de nuestra comparsa, ya sea con falda, ya sea con pantalón.
Nuestras fiestas son de todos y para todos y creo que debe ser motivo de orgullo. Seguro que desde los Ballesteros ponemos como siempre todo nuestro empeño en hacerlas un poco más grandes.Por eso y ante todos, pasan los Ballesteros…. y que sigan pasando!!!.