Un lugar para la ternura

  • 20 abril, 2020
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Un lugar para la ternura

Cuídate mucho.

¿Cómo estas?

Son frases que escucho en las llamadas telefónicas, que leo en los WhatsApp y en correos electrónicos. Son palabras de preocupación, de inquietud, de desazón por lo que le estará sucediendo a nuestro interlocutor. Son expresiones que ponen de manifiesto lo débiles que nos hemos vuelto, lo frágiles que hemos aceptado que somos. Son voces que afirman lo que siempre hemos sido: una de las especies más débiles del planeta.

De repente, el rey de la creación, el hombre, la especie humana ha tomado conciencia de sus flaquezas, de su fragilidad ante un virus invisible a nuestros ojos, imperceptible a nuestros sentidos y que sólo percibimos cuando empieza a hacer mella en nuestro organismo.

El todopoderoso ser humano ha ocupado los últimos siglos en la tarea de convertirse en Dios. En una huida hacia delante, en la que la humanidad ha despreciado a sus compañeros de planeta. En una carrera por vivir más cómodo, tener más y ser más fuerte, y de repente nos hemos caído, nos han parado, hemos frenado. Nos hemos dado cuenta, en apenas unas semanas, que todo es un espejismo.

Hoy ha salido el sol y con él, la  esperanza de una luz al final de túnel, que muestra que nuestra especie seguirá viva a pesar de esta amenaza. Hoy anhelamos que a pesar de las muchas batallas en las que nos ha vencido, la guerra la ganamos nosotros. Pero no saldremos indemnes, todos presentaremos heridas de guerra y dos enseñanzas, aprendidas a base de golpes, que solos no somos nada y que no somos infalibles, no somos semidioses.

Apreciamos que nuestro cuerpo es frágil y eso nos ha capacitado para sentirnos más débiles. Verbalizamos los sentimientos con más facilidad. A falta de contacto físico necesitamos que las palabras nos capaciten para expresar todo lo que las manos no pueden, los abrazos no alcanzan y  los besos no permiten.

Y en ese mar de palabra donde la reina es “cuídate”, como si su sola pronunciación fuera capaz de inmunizarnos, la ternura ha recuperado su lugar. La ternura, la empatía como la exaltación de lo más sublime que puede aportar el ser humano .

En estos meses, donde el blanco es más blanco y el negro se ha vuelto más oscuro. En estos días encerrados, que han sido capaces de sacar lo mejor del ser humano y en los que el miedo ha endurecido algunos corazones, la ternura aflora igual que lo hacen los frutos o las flores en esta primavera que poco estamos disfrutando.

La ternura cosida con aplausos, con minutos de silencio, con videollamadas, con fotografías antiguas, con saludos tras las mascarillas es una de nuestra nuevas heroínas.

 

Imagina que todo el mundo fuese algo más tierno, algo más amable, algo más cariñoso. Con ese pequeño esfuerzo cambiaríamos el mundo de un día para otro (John Kazebic). 

 

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