Los números de las Fiestas del Medievo

  • 10 marzo, 2014
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Más de 60.000 personas llenaron el barrio del Rabal en algo más de 48 horas, casi doblando la población de la ciudad. La aglomeración de vecinos en calles con una fisonomía árabe, estrechas y sinuosas bloqueó sobretodo en las últimas horas de la tarde-noche del sábado el paso de los visitantes. Aunque, la integración de las calles de la zona alta del Rabal a los festejos consiguió que el tránsito fuese más fluido que en ediciones anteriores.

El presidente de la asociación de vecinos del Rabal, José Cabanes señaló que «la cifra que hemos dado años anteriores se acercaba a los 60.000 visitantes» y se ha superado aunque «no me atrevo a decir una cantidad aproximada».

Los números son tozudos y se empeñan en decir que en 2014, las Fiestas del Medievo han roto todos los records. 4.736 personas esperaron pacientemente a que les tocara el turno para, en grupos organizados, visitar el recién restaurado castillo de Villena. Más de 1.000 personas visitaron ayer las cuevas de los Tuareg, un espacio que esta escuadra de los Moros y Cristianos recuperó para favorecer el turismo local. Además de los numerosos visitantes de poblaciones de un radio de uno 50 kilómetros de distancia desde Villena, por las calles del Rabal pasearon numerosos holandeses y británicos así como rusos y alemanes que viven en la costa alicantina.

Por otra parte, en el mediodía de ayer la asociación de la ermita de San José llevaba vendidas más de 5.000 tortas fritas, un dulce típico elaborado con harina, aceite y azúcar.

El gran logro de los habitantes del Rabal es no sólo su implicación en estas fiestas, sino la atracción de otros vecinos de la localidad para compartir como uno más los días de fiestas. Escuadras pertenecientes a las comparsas de Moros y Cristianos, grupos de teatro y de música, e incluso los alumnos de colegios como el de Paulas se sumaron a las Fiestas del Medievo como un «rabalero» más. Cabanes destacó la implicación de los vecinos de la zona alta, la mayoría de ellos de etnia gitana y que hasta el momento, habían estado al margen de la fiesta. Todos ellos llenaron de contenido cada rincón del casco histórico y así consiguieron que un mercado medieval sea una gran fiesta.

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