Los nuevos desafíos de la agricultura en Villena

  • 20 enero, 2021
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Los nuevos desafíos de la agricultura en Villena

El abandono de las tierras por la falta de relevo generacional y los costes cada vez más altos son los obstáculos a los que se enfrenta la agricultura

El sector alcanza el 20% del PIB municipal

La agricultura en Villena se mantiene como uno de los puntales económicos locales. A pesar de la recesión vivida años atrás, el sector se persiste aunque se observan dos grandes males endémicos. Por un lado, el abandono de las tierras por parte de los agricultores unido a la falta de relevo generacional y por otro, el aumento en el coste del agua tras el anuncio de los cierres de los pozos.

El sector agrario alcanza el 20% del PIB municipal, un volumen muy importante en relación con otros municipios en el que la relevancia de la agricultura ha descendido sustancialmente.


En este sentido, lo que tienen cada vez más claro los que se dedican al sector agrícola es que la figura del agricultor tal y como hoy se conoce, es una especie en peligro de extinción.


Las estadísticas del desempleo en Villena muestran que el sector con menor paro en la capital del Alto Vinalopó es el agrario. Con 755 empleados supone el 15 por ciento de los contratos del total de los firmados en el año 2019.
A pesar de estas buenas cifras, no se puede ocultar que la contratación en el sector agrícola ha decrecido y esto se debe, en gran medida, a la constante mecanización de las producciones. De hecho, hace 50 años, la población ocupada en el campo superaba los 1.630 trabajadores.

Villena, con un término municipal cuenta con 11.689 hectáreas de cultivo, según los últimos datos disponibles de 2019, aportados por la conselleria de Agricultura. El viñedo (2760 hectáreas) y los frutales (3.025) siguen siendo las grandes bazas de la producción agraria.

Villena, con un término municipal cuenta con 11.689 hectáreas de cultivo, según los últimos datos disponibles de 2019, aportados por la Conselleria de Agricultura


Esta actividad lleva años de reconversión y se visualiza a pie de parcela con modernos sistemas de regadío, de recolección y siembra. Solo es necesario caminar por los parajes locales para observar que la agricultura es un sector vivo. Sin embargo, el modelo productivo ha cambiado en las últimas décadas y en la próxima se espera que la alarmante desaparición del pequeño sea una realidad.


Las producciones agrícolas se han reinventado y se han convertido en grandes empresas que, incluso, hacen sus pinitos en la exportación. Muchas de ellas, han cruzado las frontera de Villena en busca de tierras que le ofrezcan una rotación más amplia a sus cultivos y favorezcan su capacidad de atender a los millones de kilos de productos que necesitan para atender a la demanda.


Por otra parte, cooperativas -como Agrícola Villena o la Bodega Cooperativa- han unificado esfuerzos y criterios y han amparado a los productores. Pero, los que permanecen fuera de estos circuitos, son menos y están más ahogados.
Cada vez son más las fincas que han quedado baldías. Frente a las 11.000 hectáreas cultivadas en 2019, tan sólo hace una década la superficie de las explotaciones alcanzaba las 21.213 hectáreas, según los datos estadísticos de la Diputación de Alicante.

De hecho, la Bodega Cooperativa de Villena está poniendo en marcha iniciativas para arrendar a sus propietarios las parcelas que se quedan sin uso.. Una manera de mantener la producción y evitar así el abandono constante de las tierras.

Nuevos cultivos
La Villena del ajo y la patata desapareció hace décadas. Nuevos cultivos se introdujeron en la huerta y los parajes del término de municipal. El manzano, el frutal, rey de Villena ha legado parte de sus tierras a otras producciones, como el almendro o incluso algunas casi testimoniales como el pistacho o el caqui.


También la cereza se hizo un hueco, aunque en las últimas décadas sus niveles de producción se han estabilizado.


Por otro lado, el presidente de la Comunidad de Regantes de Villena y gerente de la empresa Zanemi, José Micó, indica que “la zanahoria lleva 30 años de expansión”. Sin embargo, para llegar a los niveles de comercialización que mantienen ciertas empresas, han necesitado buscar otras tierras porque las en estas plantaciones se precisa una fuerte rotación y un buen periodo de barbecho para que los terrenos mantengan sus cualidades.

Otros productos como las lechugas o el brócoli también empiezan a hacerse un hueco en las tierras villeneras, pero de forma muy lenta.

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