La Nación de Camps

  • 17 mayo, 2011
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La Nación de Camps

Hace pocos días leí un articulo, y pude comprobar con satisfacción que hay más personas con las que comparto opinión por lo menos en este tema en concreto, y me refiero a ¿ Para que necesitamos nacionalistas en esta comunidad, teniendo al señor Alarte y sobre todo al señor Camps? La ausencia de libertad lingüística me obsesiona desde que hace muchos años se inicio esta alocada carrera para negar lo español, y tachar el amor a lo patrio cuando nos referíamos a España como un sentimiento propio únicamente de fascistas.  La negación del idioma de todos los españoles y el apoyo al resto de lenguas del estado se ha ido de las manos, lo que tendría que ser un hecho natural, que pasara desapercibido y que no ofendiera a nadie se convierte en chantaje cuando protegiendo un derecho innegable de parte de la sociedad, al uso de su lengua, se pisotean los del resto intentando que asuman una realidad y una historia que no es la suya.  El nacionalismo ha fabricado para España, países donde nunca los hubieron, naciones dentro de otras y subvenciones para poder pregonar los hechos diferenciadores, olvidando frecuentemente las realidades que nos unen. La historia paralela que idearon Sabino Arana y sus seguidores, no solo ha dejado un largo río de sangre, sino que ha conseguido contaminar hasta los temarios docentes en algunos territorios.  Pero al contrario de lo deseado esto no ha contribuido a erradicar el centralismo, pues el único logro consiste en cambiar la ubicación de la urbe más favorecida, pues promociones locales como las que periódicamente se efectúan en la capital de la comunidad conllevan gastos de difícil amortización. Los 30 millones de euros de canon anuales por ser sede de un gran premio de Formula 1, unidos a los 100 millones que costo la adecuación del espacio o los gastos  derivados de la Copa América, hacen injustificable que queden importantes comarcas  sin hospital, sin llevar a la practica la ley de dependencia o sin ordenadores en las aulas. En las ultimas elecciones al parlamento vasco, a titulo de insulto desde el nacionalismo, a los miembros que allí estábamos de  los partidos nacionales se nos  dirigían como españoles o españolistas, evidentemente estos comentarios reafirmaban  nuestras convicciones. El problema es que aquí ya nos cuesta distinguir quien es quien.

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