La conquista silenciosa de las plantas de “Navidad”

  • 20 diciembre, 2021
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La conquista silenciosa de las plantas de “Navidad”

A nadie nos sorprende vernos rodeados en estas fiestas navideñas de plantas como la flor de Pascua, el acebo o el muérdago. Vivimos en un mundo globalizado donde los medios de comunicación, la rapidez en el intercambio de información y el gusto por lo que no es propio nos ha llevado a adquirir costumbres importadas, que ya hemos hecho nuestras. Quedan ya muy lejos en el tiempo, los días cuando nuestro árbol de Navidad era una simple rama de pino, y decorábamos nuestras casas con piñas, romeros, brezos, lavanda y ruscos. Hoy en día, en nuestras casas abetos (Abies alba Mill.) y piceas (Picea abies (L.) H.Karst.), dan vida a los árboles de navidad, sin darnos cuenta que estas especies son propias de latitudes más elevadas y frías; plantas que difícilmente prosperarán en un clima como el nuestro, por lo que año tras año, nuestros árboles de Navidad tiene los días contados; y ni que decir tiene de la aberración que muchos cometen –aun con buenas intenciones–, al querer trasplantar esos árboles en nuestro montes, cuando termina el periodo festivo.

Flor de Pascua

Nuestras especies autóctonas han sido desplazadas por otras ajenas, sin las cuales, en la actualidad, no entenderíamos la decoración navideña. Tres son “las invasoras” más extendidas. Primero, la flor de Pascua (Euphorbia pulcherrima Klotzsch) también conocida como poinsettia. Este nombre se debe al Botánico que la popularizo en Norte América, Joel Roberts Poinsett. Este personaje fue embajador en México, de donde es originaria la planta, y, enamorado de la belleza de su floración, cuando regresó a Estados Unidos en 1830 comenzó a cultivarla. Como es en invierno cuando la planta está en plena floración, Poinsett la regalaba a sus amigos por Navidad; gustaba tanto su belleza y elegancia, que pronto se estableció como tradición regalarla en esas fechas tan señaladas y posteriormente esta costumbre se expandió por todos los continentes.

La poinsettia pertenece a la familia de las Euforbiáceas y como la mayoría de ellas posee en sus hojas y tallos un látex blanco de aspecto lechoso, que en ocasiones puede causar irritaciones en las mucosas; sus flores, carentes de cáliz y corola, son muy pequeñas y se agrupan en estructuras denominadas ciatios, que aun así pasan desapercibidas, siendo lo más llamativo y de esta planta unas hojas de color rojo intenso, muy vistosas, que acompañan a las flores y que en Botánica se llaman brácteas, cuya misión en la naturaleza es la de atraer a los polinizadores.

Muérdago

La segunda en popularidad de las plantas navideñas es el muérdago (Viscum album L.), una planta perteneciente a la familia Santaláceas. Realmente es un hemiparásito, ya que hace la fotosíntesis, pero parasita a los árboles sobre los que vive (a menudo, diversas especies de pinos en nuestras montañas), para absorber nutrientes y minerales de su savia. Esta planta se popularizó a raíz de las series y películas americanas, en las que en Navidad las parejas se besaban bajo ramas de muérdago fructificadas, para asegurarse la felicidad. Como muchas otras costumbres, incluidas las hamburguesas, desde Europa estas costumbres viajaron a América y desde allí nos las devuelven como propias. La magia de esta especie era conocida por los druidas escandinavos, y utilizada en la ficción por uno de los druidas más conocidos de los comics, ya que era el ingrediente principal de la “pócima mágica” que preparaba Panoramix, para los habitantes de su aldea gala; eso sí, recolectada con una hoz de oro, que era lo que le proporcionaba sus cualidades mágicas. Se le consideraba una planta mágica y se le presumían propiedades curativas y místicas, entre ellas favorecer la paz, por lo que a su amparo se podía celebrar un matrimonio o firmar una tregua de guerra. Fue en el siglo XVIII, cuando el muérdago adquirió el sentido romántico navideño que hoy día le atribuimos, “nadie puede negarse a un beso debajo del muérdago”.

Acebo

Los frutos carnosos del muérdago común son de color blanco, pero en ocasiones he encontrado personas que lo confunden con el acebo (Ilex aquifolium L.), planta que presenta unas drupas rojas y lo único que tienen en común es la toxicidad, pues ambos frutos son muy tóxicos. El acebo es un árbol o arbusto de talla media, con hojas brillantes coriáceas y verdes, muy espinosas en las zonas más bajas y externas, porque actúan de defensa contra los herbívoros. A este árbol se le han atribuido también propiedades mágicas, siendo muy utilizado por los pueblos celtas en ritos sagrados para protegerse, utilizándolo en coronas y guirnaldas. Muchas de estas costumbres precristianas, fueron utilizadas para la cristianización de esos pueblos, tanto en Europa como en todos los territorios donde se produjo este proceso, para tratar de incluir las costumbres paganas en las nuevas costumbres religiosas que se querían imponer para hacerlas más cercanas. El acebo está protegido en la Comunidad Valenciana, ya que hay muy pocos ejemplares, y su recolección está prohibida. Sólo se pueden utilizar aquellos ejemplares propagados en viveros.

En definitiva, estas son las plantas que actualmente reconocemos con mayor familiaridad como plantas de Navidad. Tienen como característica común que son ajenas a nuestras costumbres, que su máximo esplendor ornamental lo expresan en invierno, en época navideña, y que son tóxicas en mayor o menor grado. Escuchemos también algunos villancicos populares que nos hablan de nuestras plantas navideñas, que no son tóxicas, que son nuestras, que florecen en invierno y que huelen de maravilla:

“La Virgen se está lavando 

y tendiendo en el romero, 

los pajaritos cantando 

y el romero floreciendo”

¡Feliz Navidad!

Joel Roberts Poinsett  https://es.wikipedia.org/wiki/Joel_Roberts_Poinsett

Viscum album http://www.floraiberica.es/floraiberica/texto/pdfs/08_102_01%20Viscum.pdf

Ilex aquifolium http://www.floraiberica.es/floraiberica/texto/pdfs/08_106_01%20Ilex.pdf

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