En plena campaña electoral, en plena batalla campal
- 1 marzo, 2010
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Con la marcha de los campistas, más tarde díscolos, para pasar ahora a los no adscritos se ha iniciado la campaña electoral. Para qué intentar arrebatarle el sillón a Celia, la actual alcaldesa, si dentro de año y medio metida en una guerra de guerrillas de las que provocan el mayor desgaste puede estar fuera de la alcaldía por las urnas, que siempre dan más respaldo popular que una moción de censura.
A más de un añoy medio vista, los engranajes de los partidos políticos se están acelarado iniciando una precampaña, que auguro brutal, porque donde hace dos años muchos pensaban tenemos Celia para rato, ahora hacen poses delante del espejo entonando el “yes, we can” que acuñó Obama, para eso candidatos que tienen escasas posibilidades y por el arte del marketing y la publicidad se convierten, ni más ni menos, en el caso de Barack que en el presidente de los Estados Unidos.
La memoria es muy olvidadiza y pronto se ha olvidado que antes tuvimos nuestro particular Obama. Con los sones del pasodoble de Quintin Esquembre, La Entrada, una partitura eminentemente taurina, la última de la fila, llegó a conseguir ni más ni menos que doce concejales en un consistorio de 21, ahí es poco.
Celia Lledó fue investida alcaldesa de la muy leal, noble y fidelisima Villena con un equipo de gobierno formado para atraer votos de los unos y los otros, pero algunos de ellos eran verdaderos desconocidos. Enfrente tenía una oposición noqueada por el bofetón que las urnas le habían propinado en sólo 24 horas. Un terreno abonado para poder ejercer la autoridad. Ejercerla , no ser autoritaria y Lledó como otros tantos seres humanos confundió los terminos. Las consellerias de cara, la presidencia de la Generalitat y la Diputación encantados con la mayoria de Villena, un plan dinamización turística, un plan revita y con la crisis los Planes E y Confianza vió el municipio una posibilidad de inversión en infraestructuras inimaginable en años anteriores.
Los hados se habían aliado con una alcaldesa joven, formada e inteligente en la que muchos habían visto el gestor que llevaría a Villena donde los que aquí hemos nacido pensamos que se merece. Pero la suerte no sólo hay que tenerla, sino trabajar y Villena volvía a caer en desgracia otra vez, por la adhesión que los políticos tienen a sus líderes provinciales y regionales que pasa por encima de las necesidades de la población. Lo que parecía un ataque de cuernos por parte de la presidenta de los populares, cargo que ejerce la propia alcaldesa, posible de saldar con buena de voluntad llevó lo que los cuernos producen en muchas parejas: falta de confianza, recriminaciones continuas por esa infidelidad (en este caso lo llamaremos falta de lealtad) y reproches continuos.
En definitiva, el divorcio entre la alcaldesa y cinco de sus concejales ha terminado como los grandes culebrones que se viven en los juzgados, sacándose los trapos sucios, dando donde más duele por las dos partes, porque nadie mejor te conoce que quien se acuesta contigo ( en este caso, quien convive, quienes fueron amigos, quienes trabajaron juntos..).
Al fin y a la postre, a Villena le toca otra vez sufrir esa obsesión de los políticos de andar en una carrera permanente por llegar a gobernar. En todo este follón, la casa sin barrer, que es un ayuntamiento, con falta de ejecución por vivir sin presupuesto y por estar cinco concejal haciendo el trabajo que antes hacían doce. Volvemos a ver los políticos con esa sonrisa profiden o de signal que diría Mecano, preparando los cuchillos para una larga campaña electoral mientras el PP vivía una verdadera Guerra Civil, que ha acabado con la familia echando al rival más débil, o por lo menos eso dicen los no adscritos que son.