El efecto yoyo

  • 18 abril, 2011
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El efecto yoyo

Un estudio realizado con ratas demostró hace más de veinte años los dañinos resultados de comer menos. A este experimento se le llamó “efecto yoyo o dieta yoyo”. Se suministró a un grupo de ratas de laboratorio una dieta alta en kilocalorías y se midió el tiempo que tardaban en aumentar un 20% su peso corporal. A continuación se les sometió a una dieta hipocalórica “tradicional” (la que todos conocemos: La de piña, la de melocotón, la de alcachofa, etc.) para hacerles volver a su peso inicial y se controló el tiempo que tardaron en conseguirlo.

Se repitió varias veces el experimento, observando que las ratas aumentaban de peso más rápidamente cada vez y tardaban luego mucho más en recuperar su peso anterior. Llegó un momento en que muchas de ellas no lo recuperaron nunca pese a mantener permanentemente la misma dieta hipocalórica.

A este fenómeno, bautizado con el nombre de “efecto yoyo”, los investigadores le atribuyeron infinidad de causas:

  • Las células grasas tenían una especie de memoria que les obligaba a recuperar rápidamente el tamaño y peso perdido.
  • El organismo se defiende contra la falta de calorías acumulando rápidamente en grasa todo lo que come cuando vuelve a recibir nutrientes.
  • Las dietas hipocalóricas provocan una especie de “síndrome de abstinencia” que obliga al obeso a comer dulces y golosinas, incluso a hurtadillas.
  • Los humanos, en la antigüedad, habían pasado por terribles épocas de hambrunas y que nuestro cuerpo las “recordaba” y, considerando a la dieta como el principio de una de ellas, trataba de prepararse y defenderse acumulando en grasa todo lo que comía.

La verdadera razón del efecto “yoyo” es, simplemente, que la dieta hipocalórica tradicional que se empleó con las ratas y que se viene recomendando y empleando con las personas obesas, es nutricionalmente deficiente. Es una dieta debilitante, poco nutritiva, y que demostró ser insuficiente para mantenerlas adecuadamente nutridas durante el periodo de adelgazamiento.

En ocasiones, este tipo de dietas sí están recomendadas en periodos de tiempo controlados, cuando la pérdida de peso se hace indispensable ante una causa justificada, como una intervención quirúrgica, donde puede ser un factor de riesgo el tener mucho sobrepeso o cuando alguna enfermedad como la diabetes, hipertensión, etc. está comprometiendo seriamente nuestra salud. Fuera de este contexto no tiene ninguna justificación utilizarlas como método saludable de adelgazamiento y sobre todo, porque después de comprometer nuestra salud, no permiten mantener los progresos conseguidos.

Otro elemento a tener en cuenta es el ejercicio físico. Siempre se recomienda el hacer deporte como complemento a un buen plan de alimentación para potenciar los progresos, pero no debería dejar de ser eso, un complemento y no el eje central del control de peso. El ejercicio físico causa la oxidación de algunos nutrientes para obtener energía y que hay que reponer necesariamente para mantener una buena salud. Si estamos usando una de estas dietas debilitantes y deficientes, esto no es posible y con el aumento del desgaste por la actividad física, se acentuarán las carencias nutricionales.

Por tanto el ejercicio no te protege de los desequilibrios en tu alimentación y como consecuencia puedes llegar a ser una víctima más del efecto “yoyo”, si no procuras estar perfectamente nutrido con una dieta personalizada y adaptada a tu ritmo de vida actual.

 

Esteban Alabau Navarro – Diplomado en Nutrición Humana y Dietética

Servicio de nutrición clínica, deportiva y control de peso

Tel. 655 543 434 / e-mail: levantesalud@gmail.com 

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