Confusión y COVID-19

  • 25 mayo, 2020
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Confusión y COVID-19

Es tremendo el maremágnum de información que estoy recibiendo sobre la pandemia, desde antes, incluso, de serlo como tal, cuando se oían noticias sobre una región china –Wuhan- que tenía ciertos problemas sanitarios. 

Tal es así que me es complicado conseguir criterios claros puesto que observo discrepancias entre las personas que poseen la formación científica sobre cómo tratar la citada pandemia. No obstante, creo tener, al menos, algunas certezas: el virus mata y, sin la distancia de seguridad física, sin lavarse las manos frecuentemente y no usando mascarillas al salir a la calle, colaboramos a que mate más.

Ante esta evidencia, el paso siguiente está meridianamente claro. O debería estarlo porque es notorio que hay muchas personas que lo desconocen –o simulan desconocerlo-; así que salen a la calle, no ven ningún “bichito” acechándolas y deciden que no pasa nada…. Esas personas no verán las consecuencias de sus actos: más personas condenadas a morir.

Y, además, se organizan movilizaciones políticas contra el Gobierno al que tildan de incompetente. Comprensible; a este Gobierno le vino de sopetón el virus. Sus miembros y el cuerpo sanitario que les asesora han ido dando bandazos, no sabiendo muy bien a qué atenerse, por lo que la ciudadanía se desconcertaba en grado sumo. Por cierto, es lo mismo que está sucediendo a todos los demás Gobiernos nacionales del planeta. 

¿Hay que salir a la calle a protestar por ello? ¡Por supuesto! Este país tiene un sistema democrático y hay cauces pacíficos para que la ciudadanía se manifieste, pero sin colaborar en matar más gente. 

Ahora bien, ¿hay que salir a la calle acusando a este Gobierno de liberticida, de querer hundir el país y, todavía mucho peor –como si los calificativos anteriores no fueran ya suficientemente graves-, de criminal? Aquí, que no cuenten conmigo.

Liberticida significa, según la R.A.E., que mata o destruye la libertad, esto es, terminar con la posibilidad de elegir, valor máximo que debería poseer –y disfrutar- cada ser humano. Quiero creer que el confinamiento doméstico –también podemos denominarlo encerramiento- casi general del país se debió a motivos sanitarios como medida –drástica, cierto es- para evitar muertes. No ha habido intención de destruir nuestra libertad porque ya se va viendo cómo podemos –escalonadamente- abandonar nuestros domicilios y, paulatinamente, realizar tareas cotidianas. Además, los sucesivos estados de alarma que han legalizado el confinamiento han sido aprobados por el Parlamento y no ha sido una decisión unilateral y autoritaria del Gobierno. Franco y sus apoyos sociales sí fueron liberticidas al violar, durante 40 años, las libertades de la ciudadanía española. 

Gobierno que quiere hundir al país. Si realmente éste fuera su malvado interés, no estaría negociando con la CEOE y sindicatos salidas económicas y laborales. No permitiría la apertura de negocios ni tampoco estaría con las instituciones de la Unión Europea para que ésta destine miles de millones de euros a todos sus países miembros para paliar tanta precariedad financiera, laboral y alimentaria que esta pandemia está creando. 

Gobierno criminal. Entiendo que con este calificativo, quienes lo pronuncian se están refiriendo a un Gobierno que, decididamente, tiene la intención de que muera el mayor número de personas posible por lo que todas sus decisiones –aunque sean incongruentes- buscan ese fin. Gobierno criminal era el régimen nazi que clasificaba a la ciudadanía en dos bloques: imprescindibles y prescindibles como inicio de la eliminación física de estos últimos. Y lo pergeñaba fría y calculadamente desde los despachos oficiales.

Para mí que quienes defienden estas posturas reivindicativas tienen una fijación extrema contra el Gobierno y les da exactamente igual que haya gente muriendo a causa de la pandemia; de hecho, contribuyen con sus actos reivindicativos -y con total indiferencia- a que tengamos a más personas acudiendo urgentemente a los hospitales. Un actitud, por cierto, que sí puede calificarse de criminal.

“He estado ingresado en el IFEMA 22 días y casi muero 3 veces. Me ha salvado el marcapasos. Mi mujer no la vi cuando me ingresaron. No me he podido despedir de ella. Se la han llevado a incinerar a Huelva. Todavía no tengo ni las cenizas”. Palabras de un hombre recuperado de coronavirus viendo in situ una de las manifestaciones de ayer.

Fernando Ríos Soler

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