Carta abierta a un maltratador

  • 24 noviembre, 2008
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Sí, ya sé que cuando leas el enunciado vas a pensar, vas a decir de inmediato que no va contigo, que tú no eres un maltratador. Y es que  tú no te consideras  de ningún modo un maltratador, pues nunca le has puesto la mano encima. Ni siquiera la has insultado en público, como hacen otros, o lo que es peor, las matan (eso a ti ni se te pasa por la cabeza). Así que, automáticamente te excluyes como destinatario de esta carta, pero si como espero, te pica la curiosidad y sigues leyendo, a lo mejor descubres que, quizá sin saberlo, también tú estás maltratando.

Y es que no solamente maltrata quien trata de imponerse por la fuerza y para conseguirlo la emprende a golpes con su pareja, sino que hay otras formas de maltrato menos bárbaras, más sutiles, pero no nos engañemos: pueden ser igual de denigrantes que los golpes o los insultos en público. Y pueden ser la antesala del más horrible de los crímenes.

Te voy a dar algunos ejemplos de algunas formas muy cotidianas de maltrato:

  • 1) Si le dices a tu pareja que se calle porque ella no entiende o no sabe de política, pongamos por caso. La estás maltratando.
  • 2) Si quieres saber al detalle dónde y con quién ha estado… la estás maltratando.
  • 3) Si le dices qué debe o no debe hacer ante cualquier tema sin que ella te lo pregunte… la estás maltratando.
  • 4) Si le dejas en exclusiva la responsabilidad de cuidar y educar a vuestros hijos e hijas, o de vuestros mayores… la estás maltratando.
  • 5) Si le dices como debe vestirse, peinarse, o maquillarse… la estás maltratando.
  • 6) Si le exiges tener relaciones sexuales cuando ella no quiere… la estás maltratando.
  • 7) Si decides dónde iréis de vacaciones o comprar un coche sin contar con ella… la estás maltratando.
  • 8) …

Quizá te parezca exagerado que todo lo que te he mencionado sea considerado un maltrato, pero generalmente es así como se empieza.

Porque la violencia es cualquier acto que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico.

Y es que la causa fundamental de la violencia que ejercen los hombres contra las mujeres, es conseguir el control del conjunto de las mujeres. Por eso, cuando pierden el control sobre ellas, hay hombres que no lo quieren aceptar y las matan.

No quieren aceptar que, ellas no son de su propiedad, sino que tienen autonomía propia y por lo tanto pueden hacer lo que quieran, incluso dejarles si ya no cubren sus expectativas. Esos hombres no han comprendido que la “hombría” no se demuestra imponiéndose por la fuerza, ni insultando o menospreciando a quienes consideran seres inferiores, porque ahí está el germen de la violencia contra las mujeres, en esa consideración de inferioridad. No se maltrata a un igual ni a un superior.

Y encima se creen “más hombres”, pero la hombría, según la define el diccionario de la R A E es: Cualidad buena y destacable de hombre, especialmente la entereza y el valor.  Por cierto que, su homóloga debería ser mujería o ¿acaso estas cualidades no se pueden dar en las mujeres? Claro que sí, pero por más que busco no consigo encontrar en el diccionario ningún término que se le parezca o que incluya a la mujer ¿será esto otra forma más de violencia?

Pero, volvamos al tema de los maltratadores. Y es que no vale que les busquemos disculpas diciendo que están enfermos, o que no sabían lo que hacían, porque está demostrado que no es cierto, no son enfermos, sino que muchos agresores utilizan el alcohol o las drogas como facilitadores de la violencia.

Otra creencia errónea que está muy arraigada tanto en vosotros los varones, como desgraciadamente en muchas mujeres, es creer que cuanto más te controlan es cuando más te quieren. Y eso nos puede llevar a considerar (como seguramente te ocurre a ti), que no hay malos tratos si no existen palizas. Por esa razón, cuando se produce un crimen o asesinato de la una mujer, muchas veces no existían denuncias previas por malos tratos. La tristemente famosa frase “la maté porque era mía” explica las razones que llevan a los asesinos de sus parejas o ex parejas a cumplir sus amenazas: “¡si me dejas, te mataré!” “¡Mía o de nadie!” -dicen para amedrentarlas.

Pero yo estoy convencida de que, a pesar del número de mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas en lo que va de año, las cosas están empezando a cambiar. Las mujeres están perdiendo el miedo a denunciar, aunque se sientan amenazadas por ello y, a veces, los muy criminales, cumplan la amenaza y las maten.

Pero aunque mínimamente algo se está moviendo para que esto cambie. Poco a poco están surgiendo grupos de hombres que no están de acuerdo con el rol que les ha sido asignado; son hombres que luchan por la igualdad entre los dos géneros, hombres que se manifiestan públicamente en contra la violencia hacia las mujeres…

Pues eso, a ver si cunde el ejemplo y todos, incluido tú, y quienes como tú consideran que no maltratan a sus parejas porque nunca “le han puesto la mano encima” tomáis conciencia del grave problema del maltrato y lucháis para eliminarlo. Para empezar, estaría bien que, cada vez que escuchéis algún chiste o comentario que insulte o menosprecie a  una mujer, toméis la palabra para recriminar a quien lo pronuncie, pues nadie, por muy criticable que sea su comportamiento, merece ningún tipo de maltrato. Y mucho menos la muerte.

En la medida en que todas y todos tomemos conciencia de ello, los pensamientos y como consecuencia las costumbres empezarán a cambiar.

¡Ha pasado el tiempo de las lamentaciones! ¡No te limites sólo denunciar! ¡Es hora ya de actuar! Para que la LIBERTAD sí,  la libertad con mayúsculas, la libertad extendida a todos los seres humanos sea real. La libertad para pensar,  opinar, disentir, decidir… incluso a riesgo de equivocarse, pues coincido con  Hypatia que en el año 370 antes de nuestra era dijo: “Resérvate el derecho de pensar: incluso equivocarse es mejor que no pensar nada”.

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