Amarilla y aromática nuestra manzanilla silvestre: Santolina chamaecyparissus

  • 6 junio, 2025
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Amarilla y aromática nuestra manzanilla silvestre: Santolina chamaecyparissus

Esta es mi época favorita en los cabezos del Valle. Sobre el color rojizo de los yesos triásicos se extiende una alfombra de flores amarillas. Algunas de ellas pertenecen a las jarillas del género Helianthemum Mill., de la familia de las Cistáceas, donde se encuentra nuestra joya botánica: la “jarilla de Villena” (Helianthemum bilyanense Serra et al.). Pero en la base de esos cerros, y de forma espectacular, crece también nuestra manzanilla. También podemos encontrarlas en otras zonas del término. La llamamos manzanilla borde o manzanilla amarga, pero, como en Villena —a no ser que la cultivemos— no tenemos manzanilla dulce silvestre (Matricaria chamomilla L.), me voy a permitir la licencia de llamarla simplemente manzanilla. Y cuando hablamos de nuestra manzanilla, nos referimos a la especie Santolina chamaecyparissus L. Esa es la ventaja de la nomenclatura científica: con este nombre no hay duda sobre la planta a la que hacemos referencia. En cada idioma se utiliza un nombre distinto para designar la misma especie. De ahí, a veces, surgen los malentendidos.

Pero sigamos con nuestra manzanilla. Se trata de una planta de la familia de las Compuestas (Asteráceas), que carece de la corona de lígulas blancas que sí presenta la Matricaria. Ya en otros artículos hemos hablado de la peculiar forma en la que se disponen las flores en esta familia: lo que a simple vista nos parece una sola flor, en realidad es una estructura compuesta por muchas flores diminutas. En el caso de la Santolina chamaecyparissus, esta estructura está formada únicamente por flores en forma de tubo, de un intenso color amarillo, que dan la apariencia de una pequeña bolita dorada al final de cada tallo (cabezuelas).

Es una planta muy fragante, con hojas lineares, festoneadas, de un característico color verde grisáceo. Crece junto a otras plantas de la misma familia botánica, del género Artemisia, cuyo nombre proviene de la diosa griega Artemisa. Su etimología en griego significa “sano”, probablemente por las propiedades medicinales atribuidas a estas especies. Sin embargo, las estructuras florales de estas últimas no resultan especialmente vistosas, pero se merecen su propio artículo en esta columna.

Nuestra manzanilla, aunque de sabor más amargo, está recogida en el listado de especies vegetales para infusiones de uso en alimentación (RD 3176/1983, de 16 de noviembre), y se le atribuyen diversas propiedades medicinales. Etimológicamente, Santolina significa “planta santa”, en referencia a sus usos terapéuticos, que son muy similares a los de otras manzanillas. Por ello, podemos utilizarla de igual modo: como infusión para regular la menstruación, con efectos antiespasmódicos, y como tónica estomacal y digestiva. Por vía externa, se emplea para aliviar hinchazones en la piel, favoreciendo además la hidratación.

La parte donde más “droga tiene” —entendiendo “droga” como la parte de la planta con mayor concentración de principios activos— son las cabezuelas, como ocurre con otras manzanillas. Este puede ser un buen criterio de calidad al adquirir el producto: si contiene muchas hojas y pocas flores, será de menor calidad; si predominan las flores, estaremos ante una manzanilla de buena calidad. Por eso, si recolectamos nosotros mismos algo de manzanilla para nuestro uso, basta con cortar las cabezuelas, sin dañar la planta, y obtendremos justo lo que necesitamos.

También se utilizan ampliamente los aceites esenciales extraídos de esta especie. Aunque lo más común es preparar una infusión con sus cabezuelas, tanto para uso interno como externo (por ejemplo, para aliviar la hinchazón de los ojos), también pueden machacarse y macerarse en aceite de oliva para masajes en casos de dolores reumáticos o articulares. Y ¿quién de nosotras no ha utilizado la manzanilla para aclararse el pelo, con resultados no siempre los esperados, sobre todo en las morenas de cabellos oscuros? 

En definitiva, se le atribuyen prácticamente los mismos usos que a la manzanilla dulce. Por lo que nuestra manzanilla es, sin duda, una de esas plantas medicinales que la naturaleza pone a nuestro alcance, lista para ser utilizada con responsabilidad y siempre de forma sostenible.

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