Éramos pocos
- 22 mayo, 2015
- Comentarios
Aturdido. Pasmado. Atónito. Se me acaban los adjetivos para describir cómo me quedé la otra mañana al enterarme de que Antena 3, a través de su loable plataforma Ponle Freno, estaba realizando una campaña de recogida de firmas para que la Educación Vial pase a ser una asignatura obligatoria en nuestras aulas.
Pero es que, yendo más allá, Jordi Jané, diputado de CIU, que ha presentado la propuesta en el congreso de los Diputados para que se debata, añade que, además, de obligatoria, debe ser evaluable.
Como si los problemas de conducción que se dan en nuestras ciudades y carreteras, como si los accidentes que todos los días se cobran vidas en nuestro país, tuvieran que ver con las carencias infantiles en materia de educación vial de los conductores.
Y no es que esté en contra de que se instruya a nuestros alumnos en ese sentido. En Villena e, imagino que en otras poblaciones, ya existe una campaña de educación vial en los colegios; la viene desarrollando la policía local desde hace diecisiete años, primero con Juan Milán – a quien los alumnos aún recuerdan porque dejó huella en ellos – y ahora con José Manuel Paños.
Siempre he estado de acuerdo con esta iniciativa y la considero necesaria. Pero tal y como está planteada en nuestra ciudad, es decir, por medio de un par de sesiones anuales implantadas de manera secuenciada a lo largo de las etapas de Primaria y Secundaria.
El currículum de los alumnos españoles se encuentra muy diversificado y no ayuda nada pretender diversificarlo más. Evidentemente, no podemos negarle a los niños una educación integral, en la que desarrolle todas sus capacidades como ser humano; sin embargo, en esencia, estamos creando aprendices de todo y maestros de nada. Y mientras tanto, seguimos a la cola de Europa en Matemáticas y Lengua, los dos puntales fundamentales del aprendizaje.
El problema es que todo el mundo se cree capacitado para opinar sobre educación. Todos, menos los propios docentes, al parecer. Porque cuando se diseña una nueva ley educativa, o cuando se promueven campañas como la de Ponle Freno, nunca se tiene en cuenta la opinión de quienes realmente conocen las aulas y lo que se cuece en ellas. Y así nos va.
Quizá algún día, presumo muy lejano, alguien se pare a reflexionar un poco en ese sentido y llegue a la conclusión de que la escuela no es un juguete sometido a los caprichos de unos y otros. Quizá algún día. Como se suele decir, soñar es gratis.