Guerra, no, gracias
- 18 mayo, 2025
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De pequeño, cuando mi hermano se bañaba en un barreño de zinc, nunca olvidaba llevarse a indios y vaqueros, con caballos incluidos. Pasaba buenos ratos haciendo ruidos de trote, de disparos de rifles y de pistolas, o de arcos disparando y de flechas volando. Había órdenes dadas con autoridad, gritos, exclamaciones de dolor, urras y vítores. Era una guerra, su guerra de indios y vaqueros, todos de plástico y cada uno del color que la semana que se compraba una bolsa de muñecos, tenían en la tienda. Los había azules, amarillos, rojos y verdes, no sé si olvido alguno. Cuando terminaba de bañarse, recogía a vivos, muertos y malheridos y salía de la jofaina, allí sólo quedaba agua jabonosa con alguna suciedad de la criatura, pero ni gota de sangre. Al final, siempre tenía los mismos muñecos, no había bajas y podía seguir jugando una vez los hubiera secado muy bien mi madre.
Ésas son las únicas guerras que tolero, y, aún así, si el niño prefiere en lugar de guerrear jugar al futbol, bailar la trompa o hacer carreras, mejor que mejor.
Pero a estas alturas del siglo XXI, que los políticos que gobiernan países estén a favor de esos conflictos bélicos donde se tira a matar, se destruye lo que tanto esfuerzo ha costado y en los que se mutila, se muere, se pasan calamidades y se te llena el alma de ira, de un odio que ya no desaparecerá nunca de tu vida, no lo puedo entender.
Supongo que habrá quien haga el negocio del siglo, y que no le importe un comino el sufrimiento humano que se está causando. Hasta puede que algunos escalen algún peldaño del poder, sin percatarse que debajo chorrea la sangre de muchos inocentes que nada bueno sacaron del conflicto. Éstos que sacan benificio seguramente no viven donde está ocurriendo esta catástrofe, puede que ningún hijo de ellos vaya nunca a primera línea de una batalla donde miles perderán la vida.
¿Y quieren que me ponga del lado de alguien? Lo siento, me pongo del lado de NO A LA GUERRA, no a todas las guerras. Si a estas alturas de la Humanidad aún no sabemos resolver conflctos hablando, es que somos unos picapiedras, con trajes muy bonitos y coches muy caros (quien los alcance), pero estamos al mismo nivel de los seres del Paleolítico Inferior que si invadían a otras tribus, éstas se defendían como podían. Pero compararnos con el Homo Erectus es una ofensa hacia este ser. La capacidad de destrucción y de muerte que tiene el ser humano hoy en día produce terror nada más pensarlo. ¿Y quieren meternos en otra guerra? No, gracias
Rosa Llorens