50º Aniversario (y IX)
- 16 diciembre, 2025
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Última entrega sobre el sistema franquista. Después de cincuenta años del fallecimiento del dictador Franco, tenemos perspectiva temporal para reflexionar.
Todo ser humano nace en un grupo social más o menos amplio donde encontrará normas con las que se regirán sus miembros. La cuestión clave es dictaminar quién o quiénes -y por qué- establecieron dichas normas y las nuevas que irán surgiendo con el paso del tiempo; por consiguiente, nadie vive en soledad.
Llegados a este punto debemos distinguir el rol de cada ser humano viviendo en colectividad, haciéndolo como una persona súbdita o ciudadana. No hay más opciones.
Ser una persona súbdita significa asumir que por encima de ella siempre encontrará una autoridad superior a la que deberá ser leal; como súbdita, su personalidad, criterios, gustos, alegrías y desgracias carecen de toda importancia. Socialmente es un cero a la izquierda. En el caso de la dictadura de Franco, y durante casi cuarenta años, todas las personas en España -incluso quienes se beneficiaron política, económica y culturalmente- eran consideradas súbditas y, por ende, mostraron mentalidad sumisa hacia el Poder y sus instituciones. Ya conocemos de sobra la sangrienta represión que se ejercía sobre quienes no querían seguir esta dirección.
Por el contrario, ser persona ciudadana es, dentro del grupo el que se esté, poder desarrollar toda la potencialidad propia que se posee por el mero hecho de haber nacido ser humano y que se le tengan en cuenta sus criterios, aunque estén erróneos porque siempre tendrá margen para pedir disculpas y rectificar -algo que siempre define a las personas sabias-. El sistema democrático, con sus imperfecciones, es el conjunto de normas sociales más propicio para la ciudadanía.
Resulta bastante paradójico que, en un sistema democrático como el español, haya gente que proclame a los cuatro vientos defender ser personas súbditas intimidando, insultando, humillando y amenazando a quienes quieren -queremos- ser ciudadanía.
La siguiente frase, a mi entender, resume a la perfección la historia de España del siglo XX y parte del que estamos: El problema de la ciudadanía es que no sabe que lo es. Ignorarlo es abocar a cualquier sociedad al abismo, a volver a la línea inicial de la dignidad humana.