50º aniversario (IV)

  • 7 abril, 2025
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50º aniversario (IV)

El régimen de Franco, nada más terminar con victoria la guerra civil que provocó, por cercanía ideológica y -nobleza obligaba- por agradecimiento sincero, centró su política exterior en el apoyo a los regímenes totalitarios de Italia y Alemania; con más ahínco si cabe por el estallido de la Segunda Guerra Mundial en septiembre del mismo año referido y las contundentes victorias nazis. 

El apoyo alemán en la guerra española se recompensó con el envío de minerales -sobre todo, wolframio, indispensable para fabricar puntas perforantes de granadas antitanque y para el blindaje de los carros de combate- y hubo cooperación mutua como la labor activa de la Gestapo en la búsqueda y captura de patriotas españoles derrotados y refugiados en países europeos para su repatriación y un estrecho intercambio cultural visible en la enseñanza del alemán en los colegios españoles o la realización de películas en suelo alemán. 

Así y todo, tres días después del inicio del segundo gran conflicto bélico mundial, el gobierno español se declaró neutral, aunque, tras la invasión de Francia por las tropas de Hitler y la entrada bélica de Italia, se pasó a una política de no beligerancia, que, sin embargo, no fue obstáculo para la toma de la ciudad de Tánger justificada por la intención de hacer respetar su estatuto de ciudad internacional. La ciudad, a lo largo de toda la guerra, fue centro de espionaje y refugio ilegal de submarinos italianos siendo utilizada como base desde donde realizar sabotajes a la flota marina británica instalada en Gibraltar. La realidad es que se produjeron hechos que ponían en duda la inicial determinación de no intervención del gobierno de Franco: permiso del espacio aéreo español para la aviación italiana e inicio de conversaciones con la delegación alemana para concertar una entrada gradual en la guerra que se intentó fraguar en la famosa reunión de Hitler y Franco en la ciudad francesa de Hendaya donde el dictador español reclamó ampliar las posesiones africanas que ya tenía con el control de Marruecos y una importante zona argelina; esto chocaba directamente con las ambiciones fascistas de Mussolini lo que movió a Hitler a ser prudente y dar largas a las presiones diplomáticas franquistas temeroso, quizás, de que un hipotético contraataque enemigo utilizara el territorio español por lo que tendría que desplazar efectivos militares en perjuicio de las campañas que estaba realizando en Europa oriental. Cierto éxito español se logró con el inicio de la campaña alemana contra la U.R.S.S. porque fue acompañada por la creación de la División Española de Voluntarios -rebautizada por los falangistas como División Azul- que llegó a poner en marcha a 47.000 hombres destinados al sector de Leningrado. 

De otro lado, las potencias aliadas tampoco se quedaron con los brazos cruzados: el bloqueo comercial marítimo impuesto por los británicos y las amenazas de Estados Unidos de América sobre una drástica reducción del suministro de petróleo -que podría poner todavía más negras las cosas a la utopía autárquica del régimen franquista- contribuyeron fuertemente a enfriar los ánimos pro-fascistas, sobre todo cuando las victorias de éstas se convirtieron en derrotas. Franco comenzó a realizar guiños afectivos hacia el bando aliado con leyes como, entre otras, la de Cortes -pseudo parlamento que asesoraba al dictador-, Fuero del Trabajo -que regulaba los aspectos laborales-, Fuero de los españoles -pseudo constitución con más deberes que derechos- o Ley de Referéndum nacional para hacer ver que en España se votaba como en cualquier otro país democrático. A lo largo de los casi cuarenta años de dictadura, con tal de mantenerse en la más alta cúspide, Franco fue promulgando leyes a su favor acordes a las circunstancias históricas que se estaban produciendo.

La recién creada O.N.U. no cayó en el engaño y vetó su presencia en ella de España e instó al aislamiento internacional de nuestro país. Fueron los peores años de Franco en el poder. 

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