Buceando en el pasado

  • 22 abril, 2012
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He de confesar que formo parte del grupo de personas que, casi a diario, se sumergen en esa máquina de fabricar recuerdos – como tan atinadamente se bautizó hace algún tiempo – que es Villena Cuéntame. Considero una cita obligada zambullirme en esas aguas de ayer y de hoy y bucear escudriñando entre sus profundidades en busca de momentos únicos que una vez se dieron y que tuvieron la fortuna de quedar congelados en ese trozo de cartón que hoy amarillea por el paso del tiempo.

 

Fiel a su cita con los actos y costumbres de nuestra ciudad, en fechas pasadas, Santi publicó todas esas fotografías que la gente saca del cajón y desempolva para mostrarnos cómo eran sus Pascuas, o las de sus padres, o las de sus abuelos. En muchas de ellas, los gestos, las posturas, se repiten invariablemente: grupos de amigos que posan esbozando una amplia sonrisa, o cogidos de la mano mientras ejecutan inverosímiles pasos al son de una de las típicas canciones pascueras.

 

Sin embargo, muchas otras nos aportan ese detalle que nunca deja de sorprendernos. Me gustaría centrarme hoy en dos de ellas, por el valor, no solo histórico que tienen, sino también sentimental. Ambas están tomada muy cerca: la una en el paraje del Grec, la otra en el de las Fuentes. Ya he comentado en alguna ocasión que esos dos lugares tienen un significado especial para mí porque en ellos dejé parte de mi infancia.

 

Nada de lo que se aprecia en ellas tiene que ver con los tiempos actuales, ni siquiera con los de mi niñez. Son, por el contrario, días de esplendor, cuando ambos parajes se tenían como dos de las fincas más importantes de nuestra ciudad. En la primera, documentada en 1940, todavía se yergue majestuosa la casa de los Fernández de Palencia que, hasta no hace muchos años, acogía fantasmas y recuerdos entre sus ruinas. Destaca la espesa arboleda entretejida a sus espaldas y los campos de labranza que se extienden a su alrededor. Nada que ver con el páramo yerto que encontramos hoy si nos aventuramos más allá de la Avenida Esteban Barbado.

 

La otra imagen, algo más tardía – fechada en 1958 – nos muestra retazos de lo que fue el paraje del Grec en el pasado. Resalta sobre todo lo demás la estatua de un animal sentado sobre una peana rematada con un mosaico de azulejos. Ese detalle nos deja entrever la importancia que también tuvo esa zona décadas atrás. Seguramente, muchos villeneros podrían hablarnos  largo y tendido de lo que una vez hubo allí, de lo que hubo en cada rincón de nuestra ciudad, de lo que ayer estuvo y el tiempo y sus cambios se encargaron de borrar. Creo que deberían hacerlo, que deberían rescatar del olvido esos detalles perdidos de nuestra historia. Y no me refiero solo a los aparentemente importantes. Quizá así conseguiríamos saber un poco más sobre lo que fuimos para llegar a saber lo que somos ahora.   

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