La OSVI
- 21 julio, 2016
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Toda actividad cultural, máxime si parte de una iniciativa local, siempre es bienvenida. Y, por tal motivo, debemos sentirnos doblemente felices. Si el mes pasado hablábamos de Fernando García y su Del negro al verde nacido, en esta ocasión, traemos otro evento que tuvo su carta de presentación poco después de hacerlo el poemario de Fernando: el primer concierto de la recién creada Orquesta Sinfónica de Villena (OSVI).
La misma está formada por un grupo heterogéneo de edades y orígenes, músicos todos ellos a los que lee une su amor por este arte inmortal. Hay jóvenes, que ven aquí la oportunidad, no solo de subirse a un escenario a hacer lo que más les gusta, sino también, formar parte de un colectivo que, a buen seguro, viene a enriquecer su todavía breve bagaje vital. Pero hay, del mismo modo, componentes de mayor edad que lo mismo viven esta, como su primera experiencia, lo mismo solo buscan revivir tiempos pasados.
Se han arracimado, durante los últimos meses, alrededor de quien ha sido el instigador y principal motor de la orquesta, Isidro Alemañ, director, no solo de la OSVI, sino también de la coral Ambrosio Cotes, una de las entidades que ha apoyado a la recién creada orquesta; las otras, han sido la Asociación de vecinos del barrio de San Antón, la Kaku, la Sociedad Musical Ruperto Chapí y la Banda Municipal, colectivos que han cedido sus instalaciones para que esta nueva agrupación pudiera desarrollar sus ensayos.
Es esta, una orquesta que se hacía necesaria, fundamentalmente para que los alumnos de cuerda pudieran encontrar su espacio, dado que cuentan con menos oportunidades que sus compañeros de viento. Pero no solo hay músicos de Villena; también los hay de los pueblos de alrededor. Se han abierto camino y prometen continuar en él durante mucho tiempo. Esperamos y confiamos en que así sea.
De momento, han tenido un espectacular estreno con un programa centrado en bandas sonoras de cine, algunas de ellas de éxitos recientes. Quienes fuimos testigos de dicho estreno, podemos afirmar que sonó bien, muy bien, a pesar de que, quizás, el escenario del salón de actos de la Casa de la Cultura no fuera el lugar idóneo dadas sus reducidas dimensiones. Pero no importó, porque la OSVI -en mayúsculas- nos dejó un extraordinario sabor de boca.