El problema es ella

  • 1 julio, 2009
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La mayoría de los villeneros y villeneras observamos atónitos, desde el último trimestre del año pasado, la manera en que el PP va lanzando piedras contra su propio tejado hasta hacer que se desmorone la gran confianza que más de la mitad de los electores le dieron en 2007.
Lo fácil ahora sería pensar que la alcaldesa de Villena está recogiendo los frutos de una campaña electoral engañosa y de una gestión sin rumbo. Pero lo relevante en estos momentos de confusión y descubrimiento de la verdad, no es desear el mal del otro, sino trabajar desde la política municipal, para que este mal sueño de la derecha en Villena pase cuanto antes.

Si las cosas no cambian tras el congreso que el PP realizará el 9 de julio, Villena va a ser gobernada por un equipo de seis concejales, frente a quince que ocuparemos el banco de la oposición. Lo más grave de todo esto es que Celia Lledó sigue sin darse cuenta de que el problema de Villena es ella, no todos los demás. Ha gobernado este pueblo, su grupo y su partido en estos dos años de mandato, con un absoluto autismo que la mantiene alejada de la realidad. Una realidad que es completamente diferente a la que el gabinete de prensa de la Alcaldía, dirigido por su propio hermano, con la colaboración de algunos medios de comunicación locales, tratan de dibujar todos los días. En momentos como éste algunos deben sentir la frustración de que aquellos grandes titulares, aquellas portadas grandilocuentes, no son más que una caricatura de lo que está ocurriendo en Villena. Sirva como muestra lo ocurrido hace sólo unos días: el gabinete de Miguel Lledó Rico difundía una noticia en la que afirmaba que más de cuatrocientos mayores, arropaban a la alcaldesa en su visita al Ceam. Sin embargo, alguien se molestó en contarlos y la cifra real apenas superaba la centena, además de que el autor del panfleto ignoró que en el Ceam no existe ningún local en el que quepan 400 personas.
El pasado viernes, la alcaldesa afirmaba que los concejales a los que ha despedido no habían trabajado y que por esa razón les quitaba las competencias. Poco le costaría al lector encontrar sin embargo, recurriendo a las hemerotecas y a las actas de los plenos, las loas exageradas que la alcaldesa de Villena ha dirigido a estos concejales a los que despide porque afirma ahora que no trabajan. No seré yo precisamente el más indicado para alabar la gestión de los concejales campistas, sigo pensando que se hace poco y mal, con improvisación y sin rumbo, pero no me cabe la menor duda que algunos de ellos voluntad le han puesto y mucha. Lo que ocurre en realidad, en la realidad palpable, es que no hay liderazgo en el grupo popular del Ayuntamiento de Villena. Celia Lledó no sabe de liderazgos, entiende de caudillismos. Todo lo ocurrido hasta ahora evidencia su incapacidad, para reconducir y mantener en funcionamiento, la gran mayoría absoluta que los villeneros le dieron el 27 de mayo de 2007. Su actitud despótica, sus excesos de mando y la obstinación que caracteriza su personalidad, le han llevado a esta situación en la que nos vemos arrastrados todos los villeneros y villeneras. Luego el problema no es sólo el Partido Popular, ni los campistas o los zaplanistas, el problema es Celia Lledó. Una alcaldesa que encabeza un movimiento ciudadano que grita y vocifera en los plenos, que difunde rumores y falsedades para hacer daño al adversario, que no tiene escrúpulos en presionar a particulares y empresas y que es jaleada por los mismos de siempre.
De ahí que esta situación que estamos viviendo, no sirva para que los que siempre la hemos tenido enfrente nos frotemos las manos, sino para que estemos realmente preocupados, como lo estamos.
Muchos sabíamos que, de una manera u otra, tras la ilusión vendría la decepción. Porque el sillón de la Alcaldía no cambia el comportamiento de las personas. Y si la falta de prudencia y escrúpulos se evidenciaban en su personalidad antes de ser alcaldesa, difícilmente el sillón de su nuevo despacho se los iba a cambiar por la prudencia y la templanza necesarias para gobernar una población.

Quizás lo fácil sería ahora frotarse las manos por lo que le está ocurriendo al PP en el gobierno municipal. Seguramente muchos pensarán que lo hacemos con fruición, no en vano la venganza y el rencor forman parte de la naturaleza humana. Pero controlar estos deseos de que al otro le salga mal, cambiar el rencor por la preocupación, es precisamente lo que nos diferencia a los unos de los otros.

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