Mi maestro
- 18 noviembre, 2013
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Tiempo hace ya que, a propósito del estreno de una obra de teatro que protagonizaban los alumnos del Hermanos Amorós, y a la que fueron invitados sus compañeros de Primaria, hice una breve semblanza, en esta misma página, de quien fuera mi profesora de Literatura en aquellos lejanos tiempos de instituto, Virtu Conca, a la sazón directora de la mencionada obra de teatro.
En ese artículo agradecía y valoraba cómo Virtu había sabido transmitirme su amor por las palabras, por la poesía, por una historia bien escrita. El placer que encuentro en las letras se lo debo, en parte, a ella. Pero también a Paco Tomás, don Paco, ese maestro entregado incondicionalmente a su trabajo y del que tuve la fortuna de ser alumno primero, compañero después, y siempre amigo.
Él me inició en la literatura, me permitió conocer los versos de Machado -con la inestimable, aunque involuntaria colaboración de Serrat- y Lorca, me guio por los tenebrosos caminos del Monte de las ánimas. Si hoy escribo, es porque él me hizo comprender que, escribir, es algo más, mucho más que juntar palabras en un mismo texto. Que leer es un viaje impredecible a lugares cuyas fronteras solo las marca la imaginación.
Conocida es su labor como articulista, especialmente durante los últimos años, en que se prodigó más, sobre todo en la prensa escrita. En sus escritos, revestidos inevitablemente de un toque literario, es capaz de disertar con inteligencia y elocuencia sobre asuntos, a priori insignificantes, como el uso del intermitente o la -por fortuna superada- costumbre de colgar sábanas viejas anunciando la boda de alguna pareja amiga.
Ahora se encuentra en el dique seco, pero estoy convencido de que, el día menos pensado, nos sorprenderá con alguno de sus mordaces artículos. De momento, nos tendremos que conformar con sus viejas palabras: poder leer, sin censuras, es, sin lugar a dudas, un reto, una nueva posibilidad, un desafío, una puerta que se abre. La puerta de Paco, de don Paco, continúa abierta y la magia de sus palabras aguarda dentro a ser liberada. Seguro que pronto, se nos abre de par en par.