Zarralamala: Estratigrafía histórica de un  topónimo villenero

  • 24 noviembre, 2025
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Zarralamala: Estratigrafía histórica de un  topónimo villenero

Fernando Velasco Navarro

Yo nací en la calle Cánovas del Castillo, muy cerca de la calle Cristóbal Amorós,  anteriormente Zarralamala. Siempre me sorprendió su toponimia y más cuando  supe que en esa calle habían vivido mi abuela Elvira Campos y mi bisabuela María  Virtudes Bravo Sauco,  

Con el tiempo me dediqué a indagar sobre su significado. De hecho, en el año  2022 edité un pequeño dossier relacionando dicha palabra con la Virgen de las  Virtudes “La Calle Zarralamala, una calle con Historia”, pero dejando la duda de si  su significado era cierto o no. “Si en algún momento de este relato hubiera alguien  con más conocimientos lingüísticos, que pudieran dar más luz a esta incógnita…” 

Pero llega el 2025 y retomo la investigación para tratar de desentrañar el  significado de dicha palabra, y me encuentro con una ayuda inestimable a través  de mi nieto Marcos, como es la de poder trabajar con la aplicación de la  Inteligencia Artificial (IA), una inteligencia que me ha ayudado a encontrar datos  que pudieran ser valiosos para la investigación. 

Después de varias semanas indagando en el Archivo Municipal de Villena, me  encuentro con un acuerdo del Ayuntamiento el día 25 de Agosto de 1720 en donde  se le concede a Juan Díaz Cerdán el corte de varios pinos para la construcción de  una casa en el llamado “BARRIO DE ZARRALAMALA”, efectivamente en todos los  padrones o documentos que he podido consultar de los siglos XVIII, XIX y XX, en  ninguno de ellos aparece “Calle de Zarralamala”. Únicamente aparece  ZARRALAMALA. 

Y ahora pasamos a estudiar el posible significado de dicha palabra. 

Zarra la Mala: Estratigrafía histórica de  un topónimo villenero. 

Resumen 

El antiguo topónimo Zarra la Mala —conservado en la memoria oral de Villena y  registrado en documentación moderna como Zarralamala— constituye un ejemplo  excepcional de estratificación lingüística. Su forma actual es resultado de un proceso de  superposición prerromano, árabe y romance. El presente estudio reconstruye su  evolución histórica a partir de criterios fonéticos, comparativos y topográficos

1. Introducción 

Los topónimos que han permanecido en uso durante siglos funcionan como vestigios  lingüísticos de larga duración. Su permanencia depende tanto de su utilidad referencial  como de su inscripción en el paisaje y la tradición oral. Zarra la Mala es uno de esos  nombres: un fósil semántico que ha resistido conquistas, replanteamientos cartográficos  y cambios administrativos¹. 

2. Estrato prerromano: sarra 

Las lenguas ibéricas y célticas peninsulares recurren con frecuencia a la raíz sarra /  serra para designar crestas, bordes elevados o terrenos ásperos². Este lexema aparece  ampliamente distribuido en el Levante y noreste peninsular, con variantes como serrasàrria, sarral o sarrae

La topografía del extremo occidental del casco antiguo de Villena —terreno en ligera  altura, relieve irregular y salida natural hacia el campo— encaja plenamente con este  valor semántico³. Es razonable suponer que el lugar ya estuviese designado mediante  este lexema en época tardoibérica y romana. 

3. Estrato andalusí: al-malā 

Durante el periodo islámico, los topónimos locales prerromanos no desaparecieron;  fueron arabizados. A la base sarra se añadió un calificativo árabe frecuente en la  toponimia andalusí: al-malā, literalmente “lo malo”, “lo áspero”, pero aplicado casi  siempre a tramos difíciles de transitar o zonas de mala calidad agrícola⁴. 

La forma compuesta Sarra al-Malā habría significado entonces: 

“El borde elevado del tramo malo (del camino)”

Esta interpretación es coherente con su emplazamiento en un sector escarpado y  angosto del antiguo camino que conducía hacia Las Virtudes⁵. 

4. Estrato romance medieval: Zarra la Mala 

Con la cristianización y castellanización del territorio en los siglos XIII–XIV, se  produce: 

Sonorización: sarra zarra, fenómeno habitual en ambientes dialectales  castellanos del sur⁶. 

Reinterpretación del artículo: al- árabe → la, artículo romance. • Conservación semántica: mala sigue significando mala de pasar, mala para el  carro, sentido rural común hasta el siglo XX⁷. 

El resultado es el sintagma transparente Zarra la Mala

Los hablantes medievales ya no entendían la etimología original, pero mantenían intacto  el valor topográfico.

5. Fusión moderna: Zarralamala 

En los siglos XVII–XVIII, los registros de padrones y catastros reflejan la forma  Zarralamala, fruto de la coalescencia fonética

Zarra + la + mala Zarralamala

La oralidad rural tiende a fusionar secuencias de acentos débiles, y la forma unitaria ya  aparece plenamente consolidada en documentos municipales⁸. 

6. Reinterpretación del siglo XIX: Carra Mamala 

La cartografía de Francisco Coello (1859) documenta una variante reinterpretada:  Carra Mamala⁹. 

Este cambio, lejos de ser un error, responde a: 

• la pérdida de sentido del lexema zarra en el castellano moderno; • la reinterpretación popular la mala → mamala por asimilación consonántica; • la tendencia a dotar de sentido religioso a un camino vinculado a procesiones  hacia Las Virtudes. 

Este fenómeno pertenece a lo que Corominas denomina etimología popular  resemantizadora¹⁰. 

7. Persistencia contemporánea 

A pesar de la oficialización del nombre “Cristóbal Amorós”, la designación  Zarralamala ha persistido en la memoria local. La razón es sencilla: describe mejor  que cualquier rótulo administrativo la morfología del lugar.

Conclusión 

El topónimo Zarra la Mala es un ejemplo paradigmático de cómo un paisaje afecta la  lengua y la lengua afecta la percepción del paisaje. 

Desde el ibérico sarra, pasando por el árabe al-malā, hasta la fusión castellana  Zarralamala, el nombre ha preservado una misma idea durante más de dos milenios: 

Una loma áspera, un borde duro, un paso difícil. 

Una verdad topográfica tan resistente como el propio terreno. 

Notas 

1. Sobre la persistencia de topónimos arcaicos en áreas rurales véase Menéndez  Pidal (1952), p. 34–51. 

2. Corominas & Pascual (1980–1991), entrada serra

3. Bernabé Gil (1997), capítulo 2. 

4. Epalza (1983), pp. 122–127; García Sánchez (2002), pp. 89–96. 5. Martínez Sabater (2004), descripción oral del camino histórico. 6. Corominas, op. cit., fenómenos de sonorización s/z en castellano meridional. 7. testimonio léxico tradicional en Martínez Sabater (2004), s.v. malo/mala (uso  rural). 

8. Archivo Municipal de Villena, Padrones de 1715, 1754 y 1799. 9. Coello, Atlas de España, hoja de Murcia-Alicante, 1859. 

10. Corominas & Pascual, op. cit., Introducción general, pp. LXXV–LXXXIII. 

Bibliografía 

Bernabé Gil, D. Historia de Villena en la Edad Media. Alicante: Diputación  Provincial, 1997. 

Coello, F. Atlas de España y sus posesiones de ultramar. Madrid, 1859. • Corominas, J. & Pascual, J. A. Diccionario crítico etimológico castellano e  hispánico. Madrid: Gredos, 1980–1991. 

Epalza, M. de. Toponimia árabe de España. Universidad de Alicante, 1983. • García Sánchez, A. La toponimia andalusí: formas y significados. CSIC, 2002. • Martínez Sabater, A. El léxico tradicional de Villena. Instituto de Cultura Juan  Gil-Albert, 2004. • Menéndez Pidal, R. Toponimia prerrománica hispánica. Real Academia  Española, 1952.

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