Un Regalo con Alma

  • 22 agosto, 2025
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Un Regalo con Alma

En estos tiempos en que se lleva más todo lo digital, yo sigo siendo una forofa del papel. Lo electrónico para el trabajo si  puede hacerlo más fácil y llevadero. Pero las historias, los libros, los periódicos, las fotografías, todo lo que implica en cierto modo “sentimientos” los prefiero en papel.

De la historia que en estas líneas refiero ya se cumplen dos años, dos años desde que hiciera una promesa: recoger en un álbum de fotos los mejores momentos capturados durante las fiestas de 2023 para las madrinas de la comparsa de ese año, mi hija y mi sobrina.

Porque nuestras Fiestas de Moros y Cristianos no sólo son un estallido de color, música y tradición. Son también un sentimiento, una vivencia compartida que marca a quienes participan y la viven desde dentro. Y si hay alguien que se entrega con orgullo, cariño y responsabilidad en estas celebraciones, son ellas, las madrinas.

Regalarles ese álbum de fotos con momentos capturados durante sus fiestas no era sólo un detalle bonito. Es mi forma de dar las gracias, de revivir cada instante mágico: el desfile, los trajes, los abrazos, las miradas cómplices, los nervios del inicio y la emoción del final.

Un álbum cuidadosamente elaborado por manos no profesionales, sino más bien torpes, con ayuda de programas y plantillas al alcance de cualquier aficionado, pero que quiere  contar una historia: ese primer acto oficial todavía tan lejano a fiestas, el pueblo engalanado, los trajes impecables, las abuelas cuidando los detalles, los familiares y amigos presentes en el inicio, la recogida con la banda, las risas cómplices, los abrazos  y  las lágrimas  en los momentos más emotivos, la solemnidad de la procesión, las caras de cansancio, incluso las fotografías de los pies doloridos, los fuegos, la pólvora, la música…

Y aun teniéndolos tan presentes, se me han  pasado  dos años,  porque en ese tiempo tan precioso, la vida da giros inesperados, y aunque añorados, esos recuerdos me dolían. Me dolían las ausencias y la ruptura, me emocionaban y me entristecían. Pero incluso las estrellas se alinearon para  impedir que pudiera cumplir con la promesa que en su día hice en menos tiempo del necesario. No ha sido únicamente la falta de voluntad sino que incluso la tecnología se puso en mi contra y para más desgaste emocional, tuve que revivir esos momentos en más de una ocasión, hasta asimilar y empezar a sanar. 

Pero lo prometido es deuda y lo merecían, porque ser madrina en las Fiestas de Villena no es un simple título: es un honor y una responsabilidad que muchas veces se asume desde el corazón, por tradición familiar, por amor a la fiesta o por compromiso con la comparsa.

Mi  regalo, ese álbum, esa compilación de fotos, divertidas unas, emotivas otras, discursos y dedicatorias,  es una forma de reconocer ese papel tan especial. No solo han llevado el traje con orgullo, también han representado a su comparsa con elegancia, cariño y respeto. Y eso merece ser recordado.

Cada página puede ser una cápsula del tiempo porque dentro de cada fotografía hay una historia que merece ser contada. Es un regalo que no se marchita con el tiempo, que, cada vez que se abra, hará que vuelvan a emocionarse y a reír como en aquellos días de fiesta, porque las fotos no solo capturan imagen. También conservan emociones. Vuestro álbum, guarda sonrisas, pasos al compás de la música y miradas llenas de complicidad. Cada foto guarda un pedacito de vuestra historia: las risas, los nervios, los saludos, los “¡guapas!” desde las aceras, los confetis, y ese brillo en los ojos que solo tienen quienes aman de verdad las fiestas. Este “libro de fotos” guarda el recuerdo de un año inolvidable.

Gracias por cada instante, por cada gesto, por vivir la fiesta con esa entrega que deja huella. Porque en cada desfile, en cada acto, en cada rincón de estas fiestas, se notó vuestro cariño.

Que estas páginas os devuelvan siempre a aquel septiembre. Y que cada vez que las abráis, volváis a sentir que fuisteis, sois y seréis parte esencial de esta historia.

PD. Gracias a Juan Bautista, a los fotógrafos de Villena que se sienten pagados únicamente con la gratitud y el respeto a su trabajo, y a todos y cada uno de los móviles de nuestros amigos y familiares que nos han regalado auténticas joyicas.

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