Lavanda o espliego: tradición, aroma y mucha calma
- 15 julio, 2025
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Estamos en julio, y si hay una planta que florece en esta época y atrae a los turistas por su hermosa floración, esa es la lavanda, y si no, que se lo digan a los de Brihuega, en la provincia de Guadalajara, que por estas fechas miles de ellos se acercan para hacerse fotos en las plantaciones de esta aromática planta. Por un momento, se trasladan a la Toscana o la Provenza, a través de esa sinfonía de aromas y colores.
Aunque no tenemos esas grandes plantaciones de lavanda, sí es posible encontrarla como una planta silvestre propia de los matorrales calizos de nuestros montes, fácil de ver en esta época del año. Nuestra especie, Lavandula latifolia Medic., también es conocida con el nombre de espliego, sin embargo se trata de la misma planta. Como hemos comentado en diversas ocasiones, los nombres comunes pueden generar confusión.


El término proveniente del latín lavare—lavar o purificar—hace alusión al uso histórico de este vegetal para aromatizar baños y lociones. Por su parte, el nombre de espliego deriva de la palabra latina spiculum, que remite a la estructura en forma de espiga en la que se disponen sus flores.
Como muchas de las plantas aromáticas, como el tomillo, el romero, la salvia, la albahaca, pertenece a la familia de las Labiatae Juss. o Lamiáceas. Tiene unas flores de color morado, en realidad podríamos decir de color “lavanda”, ya que el nombre de ese color proviene precisamente de las flores de estas plantas. Sus flores tienen una corola bilabiada con cinco pétalos soldados, rodeadas de un cáliz con tonalidades similares; por ello, las flores presentan un color morado uniforme. Sus hojas, en la base y en el tallo, son de color grisáceo por la presencia de muchos pelitos que las tapizan, junto con las glándulas que encierran los aceites esenciales propios de estas plantas. Por último, un largo tallo en el que se encuentran las flores, reunidas en una inflorescencia propia de esta familia que es el verticilastro, las flores se sitúan como en pisos, formando una estructura espiciforme.
La primera vez que se mencionó la lavanda en escritos data de hace más de 2500 años, en el Antiguo Egipto, donde la utilizaban en los procesos de momificación. Los romanos también la apreciaban mucho en sus baños por su aroma relajante, que aún se utiliza hoy en día. En la Edad Media, Hildegarda de Bingen —conocida abadesa benedictina, practicante de la medicina y experta en plantas— hablaba de la lavanda en su obra Liber simplicis medicine o Physica y decía de ella que, aunque no era buena para comer, su aroma servía para matar piojos y se le atribuía un poder místico que alejaba a los espíritus malignos, que huían aterrorizados. No es de extrañar que los usos de la lavanda comenzaran en el Mediterráneo, ya que es una planta nativa de esta región. Este aroma fuerte pero agradable, junto con el poder desinfectante que se le atribuye, llevó a los famosos médicos de la peste a usarla tanto en sus largas y picudas máscaras como para cubrir sus guantes médicos. Actualmente, la lavanda sigue utilizándose en aromaterapia, cosmética y cocina. Sus propiedades relajantes, calmantes y antisépticas le han valido un uso continuo desde la antigüedad hasta nuestros días, convirtiendo su producción en una actividad económica importante.
Existen ocho especies en el género Lavandula que se encuentran silvestres en la Península. Como curiosidad, cabe comentar que hay una que crece sobre suelos silíceos o muy descarbonatados: se trata de Lavandula stoechas L. El nombre vernáculo de esta abundante especie, distribuida principalmente por el occidente de la península Ibérica, es cantueso o cantahueso. Ohhh, algunos en estos momentos estarán pensando en esa bebida tan típica de nuestras fiestas con la que preparamos los calenticos… Pues no, nuestro cantueso es una especie de tomillo, Thymus moroderi Pau ex Mart., que puede parecerse al cantueso-lavanda en que tiene unas brácteas grandes y rojas. Pero poco más. El cantueso alicantino es una planta endémica que solo crece en esta provincia.
Son muchas las formas en que la lavanda se hace presente en nuestro día a día: en aceites esenciales, infusiones, perfumes, jabones o todo tipo de productos cosméticos. Su aroma calma y relaja; en un mundo marcado por el estrés y la ansiedad, este sencillo placer resulta muy beneficioso. Incluso la encontramos en caramelos. ¿Quién no ha recibido alguna vez esos pequeños obsequios con color y sabor a lavanda? Sea como fuere, esta planta nos da paz, algo que necesitamos y mucho en el mundo convulso en el que vivimos.