Reencuentro primera promoción de BUP del “I.B. Hermanos Amorós” de Villena

  • 5 junio, 2019
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Reencuentro primera promoción de BUP del  “I.B. Hermanos Amorós” de Villena

A las 11 y media, en medio de la algarabía del reencuentro, buscando las posibles identificaciones de compañeros que habían ocupado los pupitres cercanos a los tuyos y se habían perdido en la maraña de los años, tomó la palabra Antonio Pastor y al lado de un tilo que iba a ocupar un lugar destacado en ese patio donde habían aparcado, alineados, los autobuses que nos transportaban, cada día cuatro veces, a cada uno de los pueblos de donde procedíamos, se oyeron los primeros agradecimientos  a esos compañeros que, cuarenta años después de terminar la Primera promoción de BUP del I.B. Hermanos Amorós de Villena, habían organizado un día de convivencia especial. El trabajo previo ha sido importante y se ha coordinado para acercarnos desde las diferentes ubicaciones en las que nos hemos repartido, una promoción que contaba entre sus filas con unos doscientos setenta alumnos de los pueblos de Fuente La Higuera, Caudete, Onil, Castalla, Biar, Banyeres de Mariola, Beneixama, Camp de Mirra, La Canyada de Biar, Sax, la pedanía de La Encina y los alumnos de Villena. Aprendimos una primera geografía situando los pueblos de nuestros compañeros en un mapa, algunos de éstos pueblos los conoceríamos por ir a las fiestas, por tener familiares en ellos, por algún tipo de trabajo de los padres, por la curiosidad innata cuando se acercaba algún camión de reparto,… otros serían nuevos en el pequeño horizonte de los catorce años que, como mínimo, teníamos al entrar en el Instituto de acuerdo con la “Ley de Educación Villar Palasi”. El Instituto nos abrió las puertas este sábado, una vez más, de la mano de su directora y del profesor Azorín, y nos mostraron las aulas, las instalaciones, la sala de profesores en la planta baja, los laboratorios, los espacios que necesita la enseñanza de las nuevas tecnologías, de la música, de los talleres, las diferentes disposiciones de las escaleras, el gimnasio,…  y aunque solo permanece, de aquellos años, los árboles, la explanada donde hacíamos las tablas de gimnasia y donde se jugaban los partidos de futbol de la liguilla entre aulas, y el Salón de Actos donde se representó un innovador “Marat Sade”, apenas unos años posterior a sus polémicas representaciones en Madrid y Barcelona, y un novedoso “Noche de Guerra en el Museo del Prado”, también muy cercano a su estreno en Madrid, y donde actuaban con una guitarra compañeros o profesores y donde se preparaban “Disco-Fórums” de cantautores recién permitidos por la censura, allí todavía permanece la esencia de nuestras correrías por los pasillos, de salir de clase por las ventanas de la planta baja, de un aula con el curioso nombre de “Liang Shampo”, tomado de una de las series de la época, en la que se fumaba, se jugaba al ajedrez, se dibujaban comics y se pasaban horas de clase como si fuera una “sala de alumnos”,… en realidad muchos de nuestros recuerdos se han ido desdibujando con los años, otros se han recreado y han pervivido como tales unidos a los de los compañeros y a otras vivencias que hemos ido incorporando por el camino, otros han tomado entidad de realidad,… a fin de cuentas la memoria es selectiva y, a veces, olvida los malos momentos.

Fue un día de reencuentros, de emociones, de historias, de recuerdos, de trayectorias vitales contadas a saltos, de conocimiento, de alegrías, de memoria, de sorpresas, de ilusiones,… y también de ausencias, unas obligadas por la crueldad de la vida que ya ha dejado a compañeros en el camino, otras por presentaciones de libros, otras por compromisos familiares con padres o hijos,… otras por la lejanía y que, sin embargo, nos permitieron utilizar las nuevas tecnologías para mantener una conversación allende los mares con uno de esos compañeros que se fueron a hacer el COU a Estados Unidos y se quedó por aquellas tierras. Un día de “photo calls”, de aperitivos, de charlar y volver a hablar, de comidas, de imágenes, de meriendas, de canciones, de “tardeos”, de fotografías, de guitarras, de videos preparados con imágenes del recuerdo, de karaokes, de anécdotas, de chascarrillos, de bailes,… y de la sorprendente visita de dos profesoras, Isabel Mª López y Loli Fenor, que, fiel a su espíritu, nos deleitó con un trozo de un bolero cantado “a capella”.

Haciendo la vista atrás recordábamos anécdotas como los intercambios de autobús para visitar otros pueblos a mediodía o, incluso por la noche para estudiar con los compañeros de otros pueblos, o las visitas a conocer Villena, o hacer “auto-stop” para ir o volver al instituto, o la falta de organización al poner en marcha el BUP que dejaba sin libros a los alumno hasta bien entrado el curso, o aquella primera biblioteca que, por entonces, gestionaba un profesor de matemáticas, Antonio Requena, o la sala de dibujo con Pepe Navarro, o los laboratorios tan poco utilizados, o las clases de Hogar en las que entre manualidades también organizábamos comidas, o aquellas incipientes huelgas y protestas, o los conserjes de la época, o los bocadillos del almuerzo y la bollería de la cantina, o la ausencia de nuestros padres en el Instituto, casi ninguno fue a nada, ni para recoger las notas y éramos alumnos de entre catorce y dieciocho años con la mayoría de edad a los veintiuno.

Y ya con el sol en el ocaso, dijimos adiós a todos esos compañeros que fueron al instituto con unos sueños y hoy en día son economistas, bibliotecari@s, escritores, enfermer@s, médic@s, farmaceutic@s, panader@s, funcionari@s, am@s de casa, empresari@s, gestores de agencias de viajes, documentalistas, investigadores, cantantes, músic@s, publicistas, gestores de medios de comunicación, abogad@s, ingenier@s, periodistas, concejales, profesores de Universidad, de Instituto, de Primaria, de Educación Infantil, de yoga, de tenis,… con la emoción del reencuentro, el agradecimiento a todos los colaboradores por el trabajo para poner en común las vivencias de aquellos años y organizar las actividades y la ilusión porque este día sea un punto y seguido en nuestras vidas.

Esperanza Esplugues M.

Yecla, 4 de junio de 2019

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