La fuerza de un barrio

  • 1 marzo, 2021
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La fuerza de un barrio

Javier Martínez
Edil de Comunicación. PSOE

La relatividad del tiempo es eso que hace que los 4 años que dura una legislatura se pase en un suspiro para algunos y se eternice para otros, sin embargo, 4 años duran los 1461 días que duran, y la mayoría de aspectos del día a día no entiende de elecciones ni de periodos de gracia. Mande quien mande las calles se han de limpiar, la basura se ha de recoger y así con otros tantos servicios básicos que no se pueden permitir parar por nadie.

Hay cosas, sin embargo, que no son tan tangibles y que tristemente se ven afectadas por el que cada cuatro años se tenga que poner en cuestión quién ostenta el área de turno y qué línea de trabajo pretende llevar. Claro ejemplo de ello es la dinamización y regeneración de determinadas zonas, como el Casco Histórico o el Barrio San Francisco, que requieren de una atención especial por parte de los gobernantes y que implican que los esfuerzos realizados por la administración sean sostenidos en el tiempo, más allá de las legislaturas, ya que cada paso atrás puede implicar perder dos dados hacia adelante previamente.

Documentos como el Plan Especial de Casco Histórico o el diagnóstico sobre el Barrio San Francisco, habilitan el tener una hoja de ruta que permita servir de guía para tener los objetivos claros, pero sin embargo se hace necesaria la labor de alguien que trascienda a los gobiernos, una constante que con independencia del ayuntamiento sirva para vertebrar todas las acciones y que las medidas no puedan ser deshechas o cambiadas por completo de un día para otro. Claro ejemplo de ello es la Asociación de Vecinos del Rabal, quien además de las Fiestas del Medievo, realiza una ardua labor durante todo el año y que ahora con la pandemia se hace todavía más necesaria.

Y es que la regeneración de un barrio (o simplemente la protección contra la degradación) no se hace únicamente a través de unas fiestas de un fin de semana. Ese broche de oro pone un toque festivo actuando como punta del iceberg de la labor que hay bajo la superficie y que sin la cual, esos objetivos del Plan Especial serían difícilmente alcanzables. Y es que la repoblación de estas calles se hace más sencilla con este tipo de reclamos, el patrimonio se cuida mejor si hay quien pone de relieve el mínimo daño en cuanto se produce y la convivencia se hace más fácil si entre todos se trabaja por cuidarla cada día.

Por eso, aprovechando este año en el que la realización de la gran mayoría de actividades no va a ser posible, me gustaría agradecer la labor que las asociaciones vecinales siguen llevando a cabo pese a las adversidades, compensando los hándicaps con creatividad y todavía mayor ilusión para mostrar la vida y la fuerza de los barrios.

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