Del 71, el cortisol, Shakira y el dentista

  • 13 febrero, 2023
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Del 71, el cortisol, Shakira y el dentista

La inspiración puede llegarme en cualquier momento y  hoy, sorprendentemente,  ha sido en el dentista. Mientras esperaba a que la anestesia hiciera efecto y miraba fijamente el foco blanco del techo, en ese entorno aséptico,  intentando no pensar en el dolor, me han venido a la cabeza un montón de cosas. Las pre uvas de las generaciones del 72/73, la psiquiatra Marian Rojas y por supuesto, Shakira. No por orden, claro, ha sido algo más caótico.

Por el ventanuco veo la plaza de toros y  recuerdo que no estuve en la fiesta de las pre uvas donde las generaciones del 72 y el 73 se entregaron el testigo. No estuve por decisión propia, porque yo soy del 71 y esos fuimos los del “quédate en casa”.  Seguro que pasaron cosas muy importantes en 1971, pero no pudimos sacarlas a relucir porque la pandemia llegó justo en el momento apropiado. No hubo camiseta conmemorativa, ni  pre uvas, ni nada de nada. Y si lo hubo, a alguien se le olvidó meterme en el grupo de whatssap.  Este año, lo celebré como cuando tocó, en  2021.  Me quedé en casa, con el traje de noche, pijama de felpa, serie, arcoíris de papel en la ventana y una hamburguesa casera.  Luego ya vi las fotos de la fiesta, y he de decir, aún sabiendo que no hablo yo sino la sana envidia, que me conservo mucho mejor que algunos de vosotros, pese a esos uno o dos años de diferencia. 

Casi había conseguido olvidar que estaba en el dentista, pero la enfermera me llama. Soy el siguiente. En ocasiones he llegado a quedarme dormido en ese sillón articulado, y ya tiene narices  que uno vaya a relajarse al odontólogo,  una de las cosas que más he temido en la vida. Pero como hoy el tratamiento era novedoso, me han saltado todas las alertas, imposible dejar la mente en blanco. Mejor darle trabajo para ahuyentar el miedo.  

Según la teoría de  la psiquiatra Marian Rojas, el dentista me ha provocado la activación del modo alerta, subida de cortisol, y sin el móvil cerca, me cachis, para mirar la pantalla, subir la oxitocina y pasar el trago. Si no  conocen a la Dra. Marian Rojas, búsquenla. Lean sus libros o vean los  fragmentos de sus charlas, que los hay en todas las redes sociales. Engancha. Tiene mucho desparpajo, que decimos aquí.  Ella suele hablar de ese cuartito blanco en el que los hombres a veces entramos para no hacer ni pensar en nada. Ese cuartito  en mi caso debe estar bastante escondido; lo uso poco. Lo mío son las multiconexiones.  Será que tengo muy desarrollado el lado femenino del cerebro.  Aunque   lo de darle vueltas a las cosas ya me venía de serie,  genético por parte de  padre. De él  decíamos, y se lo decía incluso él mismo, que “rezaba” mucho. Y rezaba, no en el sentido literal, sino que pensaba demasiado. También lo llamábamos “reinar”. Sobre todo, se “reina” por la noche, en silencio.

Y mientras el foco seguía deslumbrándome y el artesano dental seguía trabajando con mis piezas, he pensado en la sonrisa de la actual reina de  Spotify, Shakira, tan perfecta. ¿Habrá pasado por el dentista? Seguramente, sí. ¿ A cuántos de ellos les habrá dicho  lo de una loba  con caninos, como yo, “no está pa tipos cómo tú”? Ay  madre. Primero cantaste al amor en La bicicleta y Piqué sin querer volver a Barcelona.  Después Me enamoré, con videoclip incluido. Tras las ruptura,  las canciones de despecho con perlicas como  “que bien actúas”, “fue culpa de la monotonía” y cuando creíamos que habíamos descubierto en esos temas, tu despecho, nos vienes con esta joya. Aquí, aquí es donde te despachas a gusto, loba. El mercado funciona así. Si primero nos vendes esta, las otras hubieran quedado tan descafeinadas que no les habríamos prestado atención. Y aquí nos tienes, enganchados a tu historia, rumiando tu “clara- mente”, “perdona que te sal-pique” y a la gente sacándole punta a la letra de tu canción a base de memes y multitud de  versiones ingeniosas. Un fenómeno.

Y ya está, asuntillo dental listo y sin apenas enterarme, salvo por el “abre, abre más”. Ahora a por el antiinflamatorio antes de que se pase el efecto de la anestesia que me da esta sonrisa de medio lado, estilo Humprey Bogart. Qué bien estoy, oye. Y en el espejo del ascensor, no puedo evitar mirarme y decir “Docamelá odra vez, Zam”. 

F. Martínez

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