Abrazos de colores

  • 23 diciembre, 2020
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Abrazos de colores

No me cansaré de repetirlo: las situaciones límite pueden sacar lo mejor o lo peor de las personas. Los tiempos que estamos viviendo no son una excepción. Desde que esta incómoda y prolongada situación hizo su aparición estelar allá por el mes de febrero, se han dado manifestaciones, comportamientos y gestos en uno u otro sentido. Ha habido tanta solidaridad como insolidaridad. Hemos presenciado enormes muestras de civismo a veces solapadas por el egoísmo más cafre.

Ahora llega la Navidad. Esa época de paz, de esperanza, del altruismo desmedido que cuesta ver en cualquier otro momento. Al menos, se le presuponen todas esas virtudes a la época festiva por excelencia. Pero igualmente nos encontramos la cara menos amable en las fechas navideñas. Y este año, por las circunstancias conocidas, parece más patente que muchos se dedicarán exclusivamente a mirarse el ombligo en lugar de pensar en el de todos.

Por fortuna, abundan más los gestos desinteresados, las muestras de humanidad, que las que nos hacen avergonzarnos y aún dudar, de que algunos la tengan (humanidad, quiero decir). Así que mejor corremos un tupido velo sobre estos últimos y quedémonos con el lado bueno de las cosas.
En ese lado, encontramos sin duda la iniciativa que recientemente ha tenido el Departamento de Salud de Elda: “Esta Navidad, vamos a enviar miles de abrazos de colores a nuestros mayores”. No se trata de un proyecto complejo, sino más bien lo contrario, pero de una envergadura enorme: aliviar la soledad de nuestros mayores hospitalizados o residentes en residencias y centros geriátricos con el calor de la palabra y de la imagen. Pero no de la palabra o de la imagen de cualquiera, sino de la de las niñas y niños.

A través de los centros educativos, han planteado la propuesta de que los escolares elaboren cartas, composiciones, poemas o trabajos de cualquier naturaleza que hagan más llevadera la soledad de los ancianos. No hay premio, no va de eso. O puede que sí lo haya: obtener la sonrisa, la lágrima sobrecogida de nuestros mayores.

Es fundamental poner en su justo valor iniciativas como la del Departamento de Salud de Elda. Lo sería en cualquier circunstancia, en cualquier otro momento, fueran quienes fueran los destinatarios de la misma. Pero si, además, dichos destinatarios son aquellos que nos precedieron, los que nos marcaron el camino a seguir, su valía alcanza cotas inimaginables.

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