Sin seguridad, no hay escolaridad

  • 2 noviembre, 2018
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Sin seguridad, no hay escolaridad

No hace mucho que a mi madre, una señora que pasa  de los ochenta pero que hasta la fecha, gozaba de una salud de hierro, le practicaron una intervención de cadera. Después de la operación, sufría muchos dolores, y aunque le pedíamos que se esforzara en caminar, porque todo el mundo decía que ya debía estar andando, lo cierto y verdad es que la buena señora, no llegó a dar un paso. En las analíticas de control, siempre aparecía alguna alteración. Cuatro ingresos hospitalarios más tarde y muchos antibióticos después, la señora seguía sin mejorar.  Empezamos a sospechar que algo en la operación no había salido como debiera. ¿Rechazo al clavo, placa etc? Para nosotros era lo más lógico. Pero los profesionales buscaron en todos los órganos internos, vesícula, hígado etc para encontrar la causa de dichas alteraciones, sin hallar nada determinante. ¿Qué le pasa a mi madre, doctor? Pues nada, que tiene 86 años, que la operación ha sido agresiva etc. Para nosotros tomaba fuerza la teoría del rechazo, que no fue avalada por los doctores. Finalmente, y casi gracias al cielo, el hueso volvió a quebrarse. Y digo gracias al cielo, porque de no haber sido por eso, creo que nadie hubiera visto jamás la bolsa de insalubre pus que se escondía tras el material ortopédico que habían puesto a mi madre en la intervención, nadie hubiera reconocido que había existido un rechazo, y mi madre hubiera fallecido de una infección generalizada  de origen incierto, sin más explicación.

¿A qué santo viene este drama familiar? Viene a santo de que, el cole de mis hijos, sufre ese mismo deterioro. Esa infección lo viene martilleando desde hace años. Y casi habría que agradecer que hayamos tenido la mala suerte de que, desde el 2015 el edificio empezara a dar síntomas  de que el deterioro se agudizaba. Primero, se desprendió el techo del gimnasio. Después, cayó el techo de un aseo. Años más tarde se consigue que se revise el estado del edificio y se destapan nuevas deficiencias. Y todas las administraciones viéndolas venir. ¿Qué le pasa al cole, doctor? Pues nada, que tiene más de 50 años, que la operación ha sido agresiva, etc. ¿Y, qué va a ser de él? Saque cuentas y vea que existe una considerable población escolar que depende de la buena salud del colegio, eminencia. Dese cuenta de que estamos jugando con la salud, la seguridad, el bienestar y la educación de muchos niños. ¿Qué vamos a hacer con él? Sin duda ha existido una lamentable  falta de prevención porque la Administración Local ha hecho dejadez de su obligación de mantenimiento. Pero una vez conocido y reconocido el problema, ¿qué vamos a hacer? ¿qué van a hacer, señores del Ayuntamiento, de la Generalitat? No nos hablen de trámites administrativos. Firmas, autorizaciones y protocolos. Llevamos muchos años con eso. Tiempo suficiente para que todo ese “supuesto papeleo” estuviese ya en regla, tramitado, aprobado, autorizado y, ejecutado.

El caso es que, los padres y madres del colegio Príncipe Don Juan Manuel, nos sentimos solos en esta lucha. Parece que únicamente nos importe a nosotros, a nuestros hijos y al profesorado de nuestros hijos. Las firmas  de colaboración estampadas en un papel, no nos valen. Levántense, den un golpe sobre la mesa y reclamen, reclamen por favor, reclamen que se actué en nuestro colegio. Hasta la fecha, no hemos tenido que lamentar desgracias personales, pero no vamos a seguir tentando a la suerte. Exijan, reclamen. No nos pidan más paciencia, no pidan que esperemos “otro poco”. No nos valen ya las palabras. Caminaremos juntos, si hay camino que andar. Pero, que nos pillen por el camino, que si eso nosotros, ya nos vamos adelantando hasta dónde la necesidad  nos lleve. ¡OBRAS EN EL COLEGIO, YA!

 

  1. MARTINEZ

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