Maestr@s héroes versus maestr@s villanos

  • 24 julio, 2020
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Maestr@s héroes versus maestr@s villanos
  1. No es ninguna clave de internet, de seguridad baja, ni siquiera una combinación alfanumérica, con caracteres especiales o alguna que otra mayúscula. 

No, no es necesario auto enviarnos, a nuestro correo electrónico, una clave de reinicio o responder a preguntas “existenciales” tales como: ¿cuál era el nombre de tu primera mascota? o ¿cuál fue la primera ciudad que visitaste?. Vamos que no acertaríamos aunque juntáramos el comodín de la llamada, del público y del 50%…todos a la vez. 

El nº 174 son los días lectivos, de media, que suele tener un curso escolar completo, en educación primaria, en España. Somos el país, de la Unión Europea, que menos días de clase imparte, y el único, junto con Grecia, que tiene más días de vacaciones que días lectivos. ¿Conclusión? Que nuestros alumnos/as acuden a clase casi 6 meses al año (más o menos el mismo tiempo que suele abrir la heladería “Francés” aunque ellos sí que hacen una verdadera “jornada continua”) 

Yo mismo, como integrante del gremio, hago autocrítica y me someto al “tercer grado” de familiares y amigos: “los maestros/as siempre estáis de vacaciones”. 

  • Respuesta pasiva: “sí, la verdad es que vivimos como reyes (o reinas)” 
  • Respuesta pasiva-agresiva: idem a la respuesta anterior añadiendo este matiz: “haberte hecho tú maestro/a”. 
  • Respuesta agresiva-defensiva: “te cambio tu trabajo por el mío durante un sólo día ya que estoy pluriempleado al ser maestro/a, psicólogo/a, asistente/a social, enfermero/a, etc”.

Sea cual sea la respuesta, la realidad es que entre fines de semana, puentes, acueductos, vacaciones de Navidad, Pascua y…un largo verano (incluido julio a medio gas y con más teletrabajo que presencialidad) disponemos de un tiempo precioso para reflexionar, planificar y perfeccionar nuestra práctica docente.

Como abogado defensor diré que hay mucho trabajo en casa entre correcciones de libretas, trabajos y exámenes y, en la mayoría de los casos, se echan más horas entre bambalinas (en casa) que en la escenificación de la obra (en clase). En el mundo del deporte se suele decir que “se juega como se entrena” y en el mundo educativo es una premisa igual de válida. Aquellos maestros/as que preparan las clases en casa, corrigen al día, se preocupan por hacer sesiones activas-participativas-interactivas y se forman, constantemente, en nuevas metodologías educativas…son aquellos maestros/as que perduran en la retina de nuestros niños/as, aquéllos que son, incluso idolatrados, en el imaginario colectivo de nuestros pequeños, aquéllos cuya mayor recompensa es ver a esos ex alumnos, ya adultos hechos y derechos, años después y que se paren por la calle para verbalizar un cariño, admiración y estima que ha resistido el paso de los años.

Como fiscal del distrito diré que, en el otro extremo de la balanza están aquéllos que creen que para dar clase les alcanza seguir el libro del maestro, el cual contiene todas las respuestas correctas y no admite discusión ni debate (resaltar que a lo largo de mis años de docencia y con editoriales variopintas…las fe de erratas son numerosas y están esparcidas por todos los libros de todas las materias educativas). La rancia figura de este maestro se caracteriza por poner la “máquina del tiempo” a funcionar y recordar, siempre que tiene oportunidad y meter con calzador en toda conversación, cuando “ganó” la plaza de funcionario (porque por supuesto que si no la obtuvo a la primera fue porque los tribunales anteriores lo suspendieron a él/ella injustamente pero el tribunal que le hizo funcionario no le otorgó la plaza pues fue él/ella quien la ganó. Vamos que de alumno cuando suspendía lo suspendía el maestro/a de turno y cuando aprobaba lo hacía él/ella y solo él/ella).

Soy de la firme opinión que el éxito de un colegio estriba en equilibrar los maestros tipo “abogado defensor” con los maestros tipo “fiscal del distrito”. Si estos últimos superan en número a los primeros…mal asunto pues corremos el riesgo de sufrir una terrible enfermedad que yo he bautizado con el nombre de ECP (Efecto Contagio Pasivo). Los maestros vocacionales, activos, inventivos…van perdiendo “cadencia de creatividad” y, casi sin darse cuenta, se “ponen a rueda” de aquellos compañeros que basan su bienestar en su zona de confort, con su biblia (perdón, libro) del maestro bien cerquita, con sus clases garaje (todo despejado sin murales, ni colorines, ni rincones…) y su puntualidad “británica” (a la hora de entrar y salir del centro escolar sin un segundo que regalar). El ente creativo (espero y deseo) que nunca se dejará arrastrar al “lado oscuro” y se convertirá en un mero espectador desde el púlpito pero si que corre el riesgo de menguar en su empuje, sus ganas y su espíritu innovador pues nuestro cerebro reptiliano siempre querrá que descansemos mientras que el límbico, querrá que nos emocionemos. 

Tarea final (que si no mando deberes un sector de padres/madres se me enfadan). Echad cuentas y calculad si en el cole de tus hijos hay más abogados defensores que fiscales del distrito, si hay más cerebros reptilianos que límbicos, en definitiva, si hay más maestros/as héroes que maestros villanos…Y aunque el cálculo se decante hacia los fiscales-reptilianos-villanos…si uno de ellos no le imparte clase a vuestro hijo/a en particular…ya podéis daros con un “libro en los dientes” (es algo personal lo de excluir la palabra canto, de esta archi utilizada expresión, ya que siempre me ha dolido desde que me rompí los dientes, y ya no eran de “leche”, en 5º de primaria). Pero esa es otra historia y no voy a aburrir al personal con mis batallitas de antiguo alumno. Ah, que no se me olvide, y esto sí que tiene que ver con este artículo de opinión: en 5º de primaria yo sí que tuve la suerte de tener un maestro abogado defensor-límbico-héroe. Gracias José Antonio.

 

Carlos Navarro Valiente. 

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