Las aparadoras se unen hartas de ser las cenicientas del calzado

  • 13 febrero, 2019
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Las aparadoras se unen hartas de ser las cenicientas del calzado

La Asociación de Aparadoras y Trabajadoras y Trabajadores del Calzado ha comenzado su andadura formalizándose como asociación y con una entrevista con representante de la administración autonómica. Además de hacer pública una situación de economía sumergida, que se inició con la historia del sector y continúa viva y que les ha colocado en una posición de invisibilidad continuada, en las instalaciones del Servef, en la sala Espai Labora mantuvieron una reunión con la directora general de Trabajo y Bienestar Laboral, Cristina Moreno y con la directora territorial de Alicante de la Consellería de Economía Sostenible, Emilia González. A la dos les trasladaron la petición de atender las reivindicaciones del colectivo. Asimismo les relataron la situación de precariedad laboral que sufren. Otro de los temas que plantearon en la reunión es el doloroso tema de las enfermedades laborales que con el paso de tiempo contraen.
Casi un centenar de aparadoras se han unido a esta asociación, que pretende dar visibilidad a este sector que es mayoritariamente femenino y evidenciar las múltiples situaciones de irregularidad en la que trabajan. El colectivo denuncia que las condiciones laborales en las que se encuentran, les obligan a trabajar a tres euros la hora. También denuncian las malas condiciones de trabajo que se mantienen en los muchos grupos de aparado diseminados por el término municipal.
Muchas de ellas no tienen cotización alguna en la Seguridad Social mientras que otras a penas les llega para obtener una pensión a pesar de estar más de treinta años delante de una máquina. La mayoría se sentaron en ellas a penas acabar sus estudios de la EGB, con catorce años recién cumplidos. Algunas comentan que hicieron lo que la sociedad les pedía: «Trabajamos en fábricas hasta que nos casamos y tuvimos hijos, después compramos un máquina de aparar y nos instalamos en nuestro hogar con un doble trabajo atender a la tarea que nos traían desde las empresas, de nuestros hijos, de nuestros maridos y de nuestras casas». «Era algo que estaba establecido así eran las cosas y no se nos pasaba por la cabeza la jubilación, las enfermedades laborales. Ahora vemos en los convenios que si se trabajaba en casa se podía estar dada de alta y además deberíamos haber cobrados más y esto no es lo que ha pasado, sino todo lo contrario» a lo que añaden «no sabíamos nada de esta posibilidad». De nosotras no se han preocupado los empresarios, pero lo que es más grave, las administraciones e incluso los sindicatos han hecho oídos sordos y han mirado hacía otro lado».


La asociación de Villena sigue la estela de los colectivos que se han creado con anterioridad en Elda o en Elche y que están intentando visibilizar este sector y empoderar a las zapateras y que ya han avanzado en algunas medidas.
Pero la situación de Villena es más dura que las de sus compañeras de las otras localidades de la provincia de Alicante. Las fábricas son más pequeñas, la producción más estacionalizada y los grupos irregulares son la tónica general de la última década.
Una de las representantes del colectivo, Isabel Moreno, ha indicado que «si la situación de Elche o Elda es mala, te puedo asegurar que la de la Villena es mucho peor. Esto se ha vuelto totalmente insostenible y estamos a nivel de esclavitud». «A veces nos piden que trabajemos por dos euros la hora» concluye.

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