La suspensión de las fiestas de Villena en la historia

  • 9 septiembre, 2020
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La suspensión de las fiestas de Villena en la historia

José Fernando Domene Verdú

Solamente cuatro veces se habían suspendido las fiestas de Villena en el último siglo y medio, que es el período histórico en el que las conocemos bien. Solamente no hubo cuatro años en los que no se celebraron, y esos cuatro años fue por motivos importantes, motivos que justificaban sobradamente nada menos que la suspensión de las fiestas patronales.

Hasta 1884, conocemos mucho menos la historia de nuestras fiestas porque hay muy poca documentación que hable sobre ellas. Así, no sabemos si se suspendieron en 1854 con motivo de la epidemia de cólera que azotó nuestra ciudad y nuestra comarca. Sí que sabemos que se celebró un pleno del ayuntamiento el día 4 de septiembre para tratar el tema de la epidemia. Por lo tanto, y como nota anecdótica, si los Moros Nuevos se hubieran fundado ese año, como defiende la comparsa, habrían desfilado por primera vez en un año en el que las fiestas probablemente no se habrían celebrado. ¿Alguien se imagina a una comparsa desfilando sola por la Corredera, mientras muchos vecinos de Villena estaban en sus casas muriéndose de cólera? Sería inverosímil. Evidentemente, no existe ninguna constancia documental de un acontecimiento así.


Cuando sí que sabemos con seguridad que se suspendieron fue en 1885, con motivo de otra epidemia de cólera. Ese año no hubo fiestas y, por eso, no se editó el programa de actos, como sí que se había hecho el año anterior, que fue cuando se editó el primer programa de fiestas en Villena, en la imprenta de Claudio Perlasia.

No se volvieron a suspender las fiestas hasta 1936. Un mes y medio antes del día 5 de septiembre, el 18 de julio, dio comienzo el acontecimiento más trágico y triste de la historia contemporánea de España. La sublevación militar en Marruecos, en contra de la República dio comienzo a la Guerra Civil española y, naturalmente, Villena no estaba en condiciones de celebrar las fiestas patronales ni ninguna otra fiesta. El odio entre los españoles afloró súbita y trágicamente también en Villena, que al quedar en la zona leal a la República, se movilizó para enviar a Madrid voluntarios para defender la capital del cerco al que la había sometido el ejército sublevado.

Los crímenes fueron corrientes en esos días. Se conocieron como los “paseos”, y sus víctimas fueron 24 villeneros de derechas, y sobre todo a los afectos al bando sublevado. En esas condiciones, naturalmente, no se podían celebrar las fiestas. Tampoco se celebraron mientras duró la guerra, en 1937 y 1938, ya que Villena estaba centrada en una economía de guerra.

Se reanudaron en 1939, mientras los vencedores detenían, juzgaban en consejos de guerra y fusilaban a muchos villeneros republicanos; a los “rojos”, como los llamaban entonces. Ejecutaron a 24, el mismo número que las víctimas de los “paseos” republicanos.

Desde entonces, las fiestas de Villena se han celebrado de forma ininterrumpida hasta este año, en que acaban de ser suspendidas por culpa de otra epidemia, la del coronavirus (o COVID 19, para ser más exactos). El peligro al contagio y a que se produzcan nuevos rebrotes llevó al gobierno a aprobar el llamado “decreto de la nueva normalidad”, que establece unas medidas de seguridad que tenemos que cumplir todos. Nos tenemos que acostumbrar a llevar mascarillas, a guardar la distancia de seguridad y a evitar las aglomeraciones, y en esas condiciones no se puede desfilar ni se puede estar viendo los desfiles en las sillas y en las tribunas.

Esto va a servir, al mismo tiempo, para expresar nuestra solidaridad con los villeneros que hayan padecido la enfermedad y a los que hayan perdido a algún familiar por culpa de ella. Y esperemos que sirva de lección para que se produzcan cambios que mejoren nuestra sociedad. Entre ellos, que se mejore sustancialmente la sanidad pública para que, si desgraciadamente hubiera otro rebrote importante de la enfermedad, el sistema público de salud le pueda hacer frente con mayores garantías que las que había el 15 de marzo cuando se declaró por primera vez el Estado de Alarma.

Los recortes presupuestarios que los gobiernos anteriores habían realizado en la sanidad pública se hicieron bien patentes cuando dio comienzo la pandemia del COVID-19 en España. España tenía uno de los índices más bajos de Europa de camas de hospital (aproximadamente 3 por cada mil habitantes, frente a 5 en Francia y Bélgica, a 8 en Alemania y Austria, y a 13 en Corea y Japón, por poner sólo algunos ejemplos) y unas condiciones laborales muy precarias de los médicos y del personal sanitario español, con un 40% de temporalidad aproximadamente, que hacía que muchos médicos españoles que habían terminado sus estudios y habían sido excelentemente formados en las universidades españolas, se fueran a trabajar al extranjero, a los países europeos más desarrollados como el Reino Unido o Alemania, donde les hacían unos contratos laborales fijos y mejor remunerados. Al llegar el COVID-19 a España, se han puesto de manifiesto todas estas carencias en el sistema sanitario de nuestro país, carencias que se habían ido provocando por los gobiernos anteriores en las últimas legislaturas. Faltaban médicos, personal sanitario, camas de hospital, camas en las UCI, etc., y se tuvo que paliar construyendo hospitales provisionales como el de IFEMA, en Madrid.

Esperemos que esta pandemia terrible sirva para que nuestros políticos y la sociedad en general sean conscientes de que es fundamental y necesario tener un sistema público de salud fuerte, que sea capaz de afrontar nuevos posibles rebrotes de esta pandemia o de otras que pudieran venir en el futuro.

Y, para finalizar, una reflexión histórico-festera. ¡Cómo ha cambiado la sociedad desde aquella epidemia de peste de 1474, que fue la que dio origen a nuestras fiestas! ¡Qué manera tan diferente que ha tenido la sociedad actual a la hora de reaccionar frente a la pandemia actual! La modernidad también se nota en las epidemias.

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