Colegio público o colegio privado, la duda metódica

  • 6 octubre, 2020
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Colegio público o colegio privado, la duda metódica

Tras una serie de artículos sobre el archipresente coronavirus, he decidido tomarme un respiro viral y abordar un tema, de interés educativo, que siempre suscita debate, reflexión o polémica en las tertulias de amigos, familiares, compañeros de trabajo: los colegios públicos versus los colegios privados. 

A modo de prólogo, y para quien lo desconozca, soy maestro de un cole público pero este hecho no será óbice para que adopte un posicionamiento objetivo o, al menos, no sesgado por mi condición de funcionario. Aquellos que hayáis tenido la santa paciencia de leer alguno de mis artículos anteriores sabéis que mi crítica, hacia un sector retrógrada, hierático e inoperante del profesorado funcionario, ha sido irónica, ácida, e incluso mordaz. 

Por lo tanto, creo que estoy en disposición de analizar los factores positivos y negativos de ambos formatos de enseñanza presencial. 

Comenzamos. Durante el periodo en el cual me encontraba preparando oposiciones hice lo que muchos de nuestros lectores, sin duda, llevaron a cabo en su momento: no jugármelo todo a una sola carta y peregrinar por la geografía alicantina depositando, a diestro y siniestro, curriculums en todos los colegios privados sobre la faz de la “terreta”. 

Me llamaron de dos de ellos, uno antes de aprobar la oposición y otro justo después de hacerlo. Renuncié a ambos. Al segundo es obvio, pero al primero me llevó todo un fin de semana de reflexión más profunda que la fosa de Las Marianas. Estuve de prueba un único día y me encantó todo, pero, tras valorar pros y contras, decidí rechazar la oferta de trabajo pues consideré que de hacerlo no iba a tener las mismas fuerzas, convicción y empuje para presentarme, con garantías, al examen de oposición que se vislumbraba en el horizonte. 

A “toro pasao” puedo afirmar que acerté, o no, mas en ese momento me encontraba en un cruce de caminos vital donde ambas sendas eran factibles. Seguro que hay un universo paralelo donde hay un Carlos, maestro de este centro privado, y su devenir profesional, y quien sabe si personal, es completamente distinto. 

         Llegados a este punto, de la lectura de este artículo, hago un breve inciso y os propongo un juego sobre “universos paralelos”. 

En primer lugar, escoged tres momentos de vuestras vidas donde se abrieron dos grandes posibilidades que afectaron, en gran medida, a vuestra línea del tiempo a partir de ese momento. 

Dos elecciones, dos caminos, una pastilla roja o azul de Matrix, un ir a Troya a morir pero ganar gloria eterna o una longevidad vital pero anónima. 

¿Ya habéis rebobinado vuestro cerebro y accedido a esos recuerdos? ¿Tenéis en mente esas tres decisiones trascendentales? ¿Habéis accedido a esa base de datos donde encontrareis a ese chico/a de hace 10, 20, 30 años?

Me propongo como conejillo de Indias (de turbante, no de plumas) y os doy un ejemplo propio: comencé a estudiar la licenciatura de Educación Física en León pero no me convencieron muchos aspectos de la carrera, era un imberbe de 18 años lejos de mi casa y quería seguir jugando a fútbol-sala a nivel semi-profesional. Sin estas razones, que me llevaron a volver a casica que llueve e iniciar la carrera de magisterio infantil, me imagino a un Carlos trabajando como profesor de Educación Física en un instituto de León, pasando frio viendo partidos de la Cultural Leonesa, extendiendo el “diccionario villenero” por tierras castellanas y tratando de regresar (como hijo pródigo) a la “millor terra del mon” para enseñar a tirar a canasta, chutar con efecto o liftar con la raqueta. 

En fin, como ejercicio distópico es divertido. Os animo a hacer lo propio porque puede que el momento vital nº 2 y 3 se vean afectados por el primero ya que, en mi caso, viví en París durante 4 años y considero que de haber seguido mis estudios en León esa posibilidad no se hubiera presentado ya que fue la carrera de magisterio de Infantil la que me dio la posibilidad de trabajar en las permanencias, y el comedor escolar, del colegio español de París. 

Ale, deberes distópicos sobre universos paralelos para este próximo puente festivo. 

Retomamos el tema que nos concierne (ya os habéis dado cuenta que yo no me voy por las ramas, me voy por las selvas enteras). 

En mi humilde opinión, ambos colegios, púbicos y privados, tienen pros y contras. 

Considero que el proceso de oposición, como requisito para acceder al funcionario público, es erróneo y se debe reformar desde su raíz. He sido tribunal de oposición y creo que un proceso aséptico cuando se “vomita” un tema sobre un folio en blanco, cuando se presenta una unidad didáctica copiada por quintuplicado, cuando se reduce a una hora de exposición toda una carrera docente en perspectiva. Y vosotros diréis, “está muy bien criticar y teorizar sobre los problemas de este proceso de oposición, pero ¿y las soluciones?” Siento decepcionaros, pero no tengo la varita mágica adecuada para hacerlo, pero si que formulo una propuesta concreta: “suelten a los aspirantes a maestro/a durante un mes en los colegios, bajo la supervisión de todos los miembros del claustro de profesores, y puedo asegurar al 90% que se podría establecer una criba lo suficientemente objetiva para garantizar su acceso al cuerpo de maestro funcionarios”. Es cierto que el maestro que aprueba, con plaza, el proceso de oposición debe estar un curso completo como “funcionario en prácticas” pero es una mera etiqueta pues ni los amigos de mis amigos conocen a nadie que haya suspendido dicho proceso. Por lo tanto, las prácticas no deben realizarse ni durante la carrera de magisterio y tras aprobar la oposición sino justamente debería ser el propio examen de oposición. 

Otra opción es la que ponen en liza los colegios concertados y/o privados, pues contratan al profesorado atendiendo a la presentación de su CV.  

En los pros, contamos a nuestro favor, poder elegir a un maestro/a que presente un perfil (en cuanto a su formación académica, experiencia docente y experiencias educativas resaltables) que se adecue a la línea metodológica y proyecto educativo del centro escolar en cuestión. 

En los contras, este maestro/a candidato podía mentir vilmente en su CV y el filtro de la entrevista con el Director/a del centro educativo podía ser totalmente permeable y la depuradora de maestros podría atascarse una vez de comienzo la docencia. Por lo que podría darse el caso de decenas (sino cientos) de maestros/as falsificadores de CV poblando las aulas de los colegios privados dejando el nivel de los mismos por los subsuelos. 

Como podéis deducir, ambos procesos de filtrado para separar la vocación (ese “je ne sais pas quoi” que dirían los franceses)  de la postración (me refiero lo postrados que están algunos en la silla del maestro que parece que estén fijos con tuercas del 12) tienen sus lagunas (por no decir océanos enteros) pero el problema real surge cuando ya se ha rebasado esa fase.

Conozco maestros/as extraordinarios, tanto en coles públicos como privados, del mismo modo que conozco maestros/as nefastos en ambos lados. En definitiva, el “quid” de la cuestión, la única diferencia estriba en que cuando un maestro/a pasa de nefasto a, simplemente, nulo, opino que en la escuela privada se cuenta con más medios burocrático administrativos para poder despedir a ese individuo.

Porque, recordad que “un mal maestro/a perjudica seriamente el aprendizaje de 25 alumnos/as mientras que un mal alumno/a únicamente se perjudica a si mismo”. La frase, dada la carencia de originalidad, es de cuño propio. 

Finalmente, para acabar, equilibrar la balanza y no dar la sensación que el cole privado ha ganado (ya no por KO sino a los puntos) al cole público expresar que la connotación religiosa de la mayoría de los centros educativos concertados y/o privados es muy respetable (pese a que estoy en contra de mezclar lo educativo con lo religioso, ni lo educativo con lo político, ni lo educativo con lo económico ya que la educación es un plato delicioso por si solo sin ningún conservante ni colorante como aditivo que podría hacer cambiar su exquisito sabor) pero creo que la oferta educativa de la localidad cubriría todo el espectro educativo si contáramos con un colegio privado laico. 

Sea cual haya sido, sea, o será la elección del cole de vuestros hijos/as recordad que no hay elección buena o mala. Los caminos vitales se bifurcan sin señalización, cartelería o balizas. Pastilla roja o azul. Aquiles guerrero o Aquiles anciano. Universos paralelos. Vidas únicas. Seres humanos irrepetibles. Carpe diem.

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