Batiburrillo de fin de semana

  • 4 junio, 2018
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Batiburrillo de fin de semana

Este pasado fin de semana Villena se convirtió en un hervidero de acontecimientos festivo-deportivo-religiosos. Como si todos los astros hubieran confluido sobre nuestro adorado municipio para que diéramos rienda suelta a nuestros gustos, aficiones y devociones.

Y como somos un pueblo ecléctico, aglutinador y amante de la fiesta, venga de donde venga, los villenenses nos echamos a la calle intentando llegar a todo aunque tuviéramos un poco de nada. El Rocío. Las Motos. El deporte en la calle.  Comuniones. Primera Piedra del Asilo de Ancianos y María Auxiliadora.

¡Ole la fiesta que se montó ayer en mi pueblo! ¿Y qué te dejas? Si es que me gustan todos los palos,

Sábado por la mañana de rociero, hasta bien entrada la noche, con su rebujito, sus sevillanas, su rosario y domingo de misa rociera. Tres oles. Después y sin quitarme  el traje campero, para no perder tiempo, agarré el casco y la moto para no dejar tiraos a los colegas del Motoclub. Entre ole y ole, haciendo rugir el motor de mi moto de colección. Luego, con el polvo del camino todavía pegado al  pescuezo, el traje campero, el casco de la moto y un toque de elegancia de Adolfo Domínguez, me planto en la comunión de la sobrina. Otros tres oles. Cuando la pobre criaturita lea la dedicatoria de su tío en su librito de firmas, no sé qué va a pensar: “A mi niña bonita, en el día de su Primera Comunión. Poco a poco irás aprendiendo a disfrutar con el olor a gasofa quemada, la velocidad y el ruido de  los motores. El año que viene, como ya no tendrás que comulgar otra vez, te podrás venir con el tito a hacer el camino. Viva la Virgen del Rocío, viva la Blanca Paloma”

Después con el traje campero, el polvo del camino,  el casco, el toque de elegancia y la estampita de recuerdo de Mi Primera Comunión,   vueltecita al Paseo, a ver a los amigos del Club Natación Villena, luego partidito por aquí, unas canastas por allá, una tirolina para sentir el nudo en el estómago por la altura y la velocidad, y como una cosa lleva a la otra, ya que, ya que, y andando tan cerca, pues con el traje de campo, el polvo del camino,  casco, el toque elegante, la estampita y la botellita de recuerdo de la FDM, a las Malvas, a lo de la Primera Piedra, que no podía dejar yo pasar por alto la visita del obispo. Vitoreé al Obispo al más puro estilo andalú, y me fuì viniendo arriba, hasta que noté una fuerte presión en el brazo derecho y un repellizco en el culo que me hizo dar un respingo. Mi dulce y añorada esposa, andaba a mi vera, con su traje de volantes y gesto serio, muy serio, cómo preguntándose dónde leches me había metido todo el fin de semana. No era momento de explicaciones, así que a su lado, apretado a su costado y casi sin respiración, nos situamos tras María Auxiliadora y procesionamos en silencio, un silencio tenso. Yo sé que mi esposa maldecía para sus  adentros, mientras yo rezaba pidiendo un milagro: que no me cayera la del pulpo.

F. MARTÍNEZ

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